Tales como el amor, la fraternidad y la solidaridad, buscar y comprometernos por el bien común, la paz y la justicia social, liberadora con los pobres de la tierra que es lo que da la verdadera felicidad
(Agustín Ortega Cabrera, Centro Loyola e ISTIC).- Una tragedia como la sucedida en Galicia, con el accidente ferroviario cerca de Santiago de Compostela, con todas las personas fallecidas y heridas: nos muestra una vez más, en pleno rostro, la realidad del sufrimiento y la muerte.
En nuestras sociedades, en buena medida marcadas por el individualismo (neoliberal, postmoderno…), muchas veces se oculta sistemáticamente esta realidad. Todo lo que tiene que ver con el sufrimiento y la muerte parece un tabú, no se quiere afrontar o cuando se hace, en muchas ocasiones, se desenfoca, se trivializa, etc.
Esto pasa, por ejemplo, con la lacra del suicidio, una pandemia muy extendida en nuestras sociedades opulentas, consumistas y capitalistas, que se ha multiplicado con la injusticia social de la crisis. Es perfectamente entendible que todo esto suceda. Ya que los poderes económicos y políticos que causan todo este individualismo, deshumanización y falta de sentido en la vida; toda esta injusticia y desigualdad social, generado por su afán de beneficio, competitividad y violencia, tal como impone hoy globalmente el neoliberalismo/capitalismo: lo menos que le interesa es que se visibilice este sufrimiento y muerte. Porque causaría alarma social. Y, de esta forma, pondría en cuestión sus intereses. Se criticaría y cuestionaría el modelo de vida, su sistema social de la ganancia y del mercado como ídolo, competitivo, consumista y hedonista que genera todo esta injusticia, sufrimiento y muerte; o que no quiere afrontar y tratar el dolor, la existencia…como es debido, en clave solidaria, humanizadora y liberadora, de manera integral
Pero por muchos intereses y subterfugios que hayan, el dolor, el sufrimiento y la muerte están ahí, por lo que, como decimos, hay que afrontarlo. Así lo han hecho desde siempre las diversas tradiciones espirituales y culturales, filosófica y, en época más reciente, las ciencias sociales o humanas como la psicología. Es muy importante tratar el trauma y demás efectos causados por acontecimientos tan dolorosos como accidentes, catástrofes u opresiones e injusticias diversas, por situaciones de sufrimiento como la desestructuración familiar y social (marginación, exclusión…), patologías o enfermedades, la muerte, etc.
Como decimos, así lo ha hecho la psicología que con su raíz filosófica, antropológica y cultural ha intentado abordar dicho trauma con todas estas situaciones de dolor, sufrimiento y dolor. Por ejemplo, la psicología humanista y, en especial, V.E. Frankl, de origen judío. Fue médico, psiquiatra y filósofo austriaco, profesor de Universidad y autor de muchos libros, superviviente de varios campos de concentración como el de Auschwitz. Desde esta experiencia límite tan traumática y de sufrimiento, como fue el estar en un campo de concentración-exterminio nazi, Frankl desarrollo su Logoterapia, tercera escuela de psicología austriaca tras la del psicoanálisis de Freud, de quien fuera colaborador y a la vez (más tarde) crítico, y la individualista de Adler.
Efectivamente, Frankl creía que lo principal era buscar y encontrar el sentido (Logos) de la existencia del ser humano, no el instinto o pulsión afectiva-sexual (Freud) ni el poder (Adler). Y esta línea, dicho sentido de la vida se podía lograr, incluso, en las situaciones de sufrimiento y muerte más horribles. Tal como era la del campo de concentración-exterminio (holocausto) nazi. Es más, Frankl mostraba que las personas se encontraban con lo más profundo de su existencia, con el sentido más hondo de lo humano cuando afrontaban estas situaciones de sufrimiento, injusticia y muerte.
Lo comprenderemos fácilmente, ya que habremos tenido la experiencia de que en estas situaciones límites de dolor, con un adecuado sentido o proyecto de vida, podemos sacar lo mejor de nosotros mismos. Por ejemplo, en un suceso como la enfermedad o la muerte de alguien querido o cercano, las personas y familias se pueden unir más, mostrar toda su colaboración, apoyo y cariño, dejando incluso atrás rencillas o rencores, disputas o enfrentamientos.
En una situación de sufrimiento e injusticia extrema como el hambre y el empobrecimiento, la exclusión social o la violencia, ahí están todos estos testimonios de compromiso solidario, como los cooperadores o voluntarios, los religiosos o misioneros, los militantes de organizaciones espirituales, culturas o sociales…; esto es, todos aquellos que se entregan por un mundo más justo y fraterno, frente a todo sufrimiento, opresión e injusticia.
Y todo esto es, en una óptica similar a la Logoterapia de Frank, lo que nos da sentido en la vida: el acoger y adherirnos, de forma firme, a todas realidades o cualidades de lo humano como son los sentimientos, valores e ideales bellos, hermosos…, un proyecto significativo de vida. Tales como el amor, la fraternidad y la solidaridad, buscar y comprometernos por el bien común, la paz y la justicia social, liberadora con los pobres de la tierra que es lo que da la verdadera felicidad. La vida feliz, realizada se va alcanzando en la medida que sirvo, me comprometo y promuevo la vida y la dignidad de las personas, sus derechos y deberes, unas sociedades y humanidad más humana, fraterna y justa.
Estas relaciones, valores o virtudes y compromiso por los otros, por la paz y la justicia son las experiencias «cumbres» en la vida, las que no dan sentido, espíritu y motivación o realización a nuestra existencia. Y es la persona está constituida y movida por este dinamismo de querer realizarse, de alcanzar profundidad u hondura en su vida con relaciones más humanizadora, fraternas, justas. El ser humano está llamado así a ser sujeto y protagonista de su vida, de la realidad humana y social. En todo esto, seguimos las huellas de la psicología humanista con autores, junto a Frankl, como A. Maslow, C. Rogers o el mismo E. Fromm y que ha profundizado en cierta medida la psicología positiva con autores como M. Seligman.
Como observamos, desde este legado de la psicología humanista, en la entraña del ser humano habita la vida, el dinamismo de la realización de la existencia que nos hace posible seguir caminando, avanzando, trascendiéndonos a lo otro y a los otros, en estos valores e ideales que nos humanizan. La persona está animada por la esperanza de que es posible la vida lograda y realizada en una existencia humanizada, comprometida o ética, por el bien común y la justicia liberadora…; frente a todo fatalismo, resignación o fatalismo, contra todo individualismo o corporativismo, siguiendo a la escuela de la psicología cognitiva y moral de J. Piaget, con su propuesta del desarrollo cognitivo, ético y humano.
La persona tiende a la realización humana, se trasciende al otro y a los otros, a lo verdadero, bueno y bello de la vida, que es lo que hay que acoger y potenciar, liberándonos de lo malo y negativo de la existencia. Quedarse asentado y encerrado en lo negativo de la vida, de los otros y de la realidad o centrarte solo en el propio yo, en mi pequeño circulo o grupo: es no desarrollar esta vida feliz y humanizada en el compromiso por un mundo más justo, fraterno; porque de lo que se trata es de eso, de ser feliz, de seguir viviendo y aportando a la vida todo lo más hondo y bueno de nosotros, que es lo que realmente quiere lo autentico de los otros y del Otro, nuestros seres queridos, cercanos, lejanos.., aunque hayan fallecido.
Más, como ya apuntamos y ahora ahondamos, hay que tener en cuenta que la felicidad, la realización o desarrollo personal, que nos libera de todo sufrimiento e injusticia, se va consiguiendo en la inter-relación con los otros; en el contexto y marco socio-histórico adecuado, que posibilita o promueve dicho desarrollo personal.
Tal como nos enseñó la psicología de L. Vygostky. No es posible la felicidad y el crecimiento (desarrollo) personal, ni la salud, el bienestar y promoción liberadora del sufrimiento: si existe un contexto o realidad social e histórica deshumanizada, alienante, injusta y opresora; lo cual impide la justicia social, el desarrollo humano y el bien común (las condiciones y derechos sociales, humanos…). Tal como nos muestra, una vez más, la actual e injusta crisis y los estudios psico-sociales hoy en día. Nos adentramos así en el carácter político-liberador de lo humano, de la psicología que no puede ser neutral ante el sufrimiento, muerte e injusticia. Sino que opta por las víctimas de la historia, por los excluidos del plantea y por los pobres de la tierra para que realmente se realice, de forma verdadera, la historización del desarrollo, del bien común y la justicia-derechos de la personas, su vida y dignidad.
Y se compromete pues por la paz, la justicia y el bien común, luchando contra relación o estructura social injusta y desigual; contra todo sistema político y económico que sea opresor e inhumano, si de verdad se quiere, real y efectivamente, el desarrollo y la felicidad de las personas. La felicidad personal y liberadora del sufrimiento se va logrando en una realidad histórica que capacite y posibilite lo humano, en una cultura ética liberadora y en una estructura social justa, en la felicidad política del bien común. Lo que supone, como tarea principal de lo humano y de la psicología, la desideologización de la realidad, des-ideologizar, desenmascarar aquellas ideologizaciones que mantienen y encubren el sistema social injusto, que imponen la resignación y el fatalismo ante el sufrimiento e injusticia.
En esta línea, se trata de desarrollar una psicología cultural y ética, educativa-pedagógica, que promueva la memoria de las tradiciones culturales y virtudes morales de los pueblos en sus procesos históricos. Una concientización del protagonismo de los pueblos, de los oprimidos en su desarrollo, promoción y liberación integral, que sean sujetos activos en la trasformación y gestión de la realidad (social, histórica…). Tal como nos muestra la psicología social, política y liberadora de I. Martín-Baró (uno de los mártires jesuitas de la UCA, en el Salvador) o el sacerdote y profesor grancanario M. Alemán. Ya el mismo Freud, en lo mejor de su psicología, consideraba que el ello o superyo (los otros, la moral, lo socio-cultural) podría encauzar al ello o eros (afectividad-amor), dinamizar la bio-filia o el principio-vida, el desarrollo de la vida frente al tanatos o principio de muerte, articulando esto en el yo o principio de realidad, en la razón y cultura….
Para terminar, desde nuestra fe cristiana, creemos que todo lo anterior converge y se plenifica en el Evangelio del Reino en Jesús. La fe nos llama, desde el Don de la Gracia (Amor), a afrontar y a luchar liberadoramente contra todo sufrimiento, injusticia y muerte. Lo cual culmina en la vida plena-eterna, porque la Pascua de Jesús Crucificado-Resucitado ha vencido ya a todo sufrimiento, injusticia y muerte. El Don del Evangelio de la vida, de la paz y la justicia con las víctimas, con pobres…ya ha vencido todo dolor, opresión y muerte. Y nos convoca en comunidad (iglesia) a luchar por el bien común, la paz y la justicia frente todo sufrimiento y muerte, en donde tenemos todo el regalo de la ética y doctrina (enseñaza) social de la iglesia, que nos orienta para realizar esta tarea del compromiso social ante el sufrimiento.