Los que se están forrando de millones a costa del sufrimiento y del despojo de los derechos fundamentales de los más desamparados, son individuos e instituciones con mucho poder y mucha codicia
(José María Castillo).- El papa Francisco está hablando y actuando de manera que da motivos de esperanza. Pero también de miedo. Esperanza y miedo que, si se piensan mirando fijamente al Evangelio, enseguida nos viene a la memoria el extraño contraste que entrañan las palabras de Jesús a los apóstoles cuando los mandó a decir por el mundo que ya está cerca el «reinado de Dios».
En las instrucciones que les dio Jesús a aquellos hombres había un mandato y una advertencia. Un mandato: «curad enfermos, expulsad demonios» (Mt 10, 1). Una advertencia: «no tengáis miedo» (Mt 10, 27). Es decir, tenéis que ir por la vida aliviando el sufrimiento. Pero, ¡Cuidado!, que eso es muy peligroso. ¿Cómo? ¿Hacer a la gente más feliz representa un peligro que asusta? Pues, sí. Lo es.
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