En cuanto estuvo de vuelta en casa y tuvo que salir en viaje de negocios, Ramón no lo dudó: cogió sus viejos zapatos negros, los lustró con esmero, se los calzó y salió a coger el avión con gran elegancia
(Jairo del Agua).- Tiene Ramón unos zapatos negros heredados de un tío abuelo de su mujer. Son duros como piedras, fabricados de un material que parece irrompible.
Hace años que los calza y ya los considera una segunda piel. Se los sabe de memoria.
Al principio, cuando empezaron a darle problemas, pensó que sería algo pasajero y que en pocos días estarían acomodados a sus pies. Pronto los zapatos quedaron en segundo plano.
Las ampollas, las molestias, los remedios caseros para pies magullados y las visitas a la farmacia para surtirse de tiritas pasaron a ocupar toda su atención.
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