Contra codicia o afán desmedido de acaparar bienes, largueza, corazón generoso y conducta solidaria
(Jesús Espeja).- Hay un hacendado que sólo se afana en llenar sus graneros y dedicarse a la buena vida; nade le importa que los demás no tengan para comer. Su conducta refleja bien la mentalidad hoy generalizada en nuestra sociedad desfigurada por la codicia, el individualismo y la corrupción.
A este hombre que no se preocupa de vivir bien compartiendo con los demás sino de tener todas las seguridades para darse la buena vida, el evangelio no le llama inmoral sino insensato, estúpido, por dos razones.
La sabiduría del pueblo, que vemos en el Eclesiastés, responde a la experiencia de cada día: cuando menos pensamos se corta la trama de nuestra existencia; el que trabaja y consigue bienes, al final «tiene que legar su porción al que no ha trabajado». Además ,»aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes»; las muchas riquezas no dan sin más sentido ni hacen más feliz la existencia de los seres humanos.
Sin embargo todos nos vemos afectados por esa fiebre posesiva. Preocupados únicamente de resolver nuestros problemas, guardamos bien lo poco que tenemos y si llega la oportunidad, nos aprovechamos de lo que sea y de quien sea para llenar bien nuestros graneros. En estos tiempos de crisis económica esa parece ser la única lógica razonable. Pero el evangelio sugiere otro camino. Contra codicia o afán desmedido de acaparar bienes, largueza, corazón generoso y conducta solidaria.
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