El Papa se hace por tanto uno de nosotros, de los que estamos en casa de guardia permanente. De los que nos dedicamos a vigilar a ancianos dependientes, de los que no tenemos segunda residencia donde pasar el verano
(Carmen Bellver).- Resulta gratificante saber que el Papa no se toma vacaciones. Está como tantos otros de nosotros, sin días de asueto, cargado con las tareas diarias del trabajo cotidiano y con el extra del verano en el que aprovechamos para realizar aquellas cosas que nos es imposible realizar durante el curso. Yo llevo sin viajar años, de manera que mis vacaciones se limitan a no estar esclavizada al horario laboral. En lo demás, mi vida se parece bastante a la de cualquier ama de casa. Dispongo de más tiempo, y aprovecho para la lectura y las relaciones humanas. También es tiempo de avanzar en la novela que estaba paralizada y apenas progresaba durante los periodos de navidad y pascua.
De manera que aún teniendo vacaciones, lo cierto es que una no descansa, tan sólo cambia de actividad. Los expertos indican que es un buen método para seguir activos sin ociosidades banales. Todos sabemos que hay tareas dedicadas al periodo de vacaciones, limpieza de armarios y cortinas, lustrado de altillos, pintores que dan una nueva pátina a las paredes, reformadores de muebles que la carcoma corroe sin piedad.
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