En 1972, nos atrevimos a formular que Buenafuente era silencio, pobreza, naturaleza, oración, pero que no los dábamos, sino que deseábamos compartirlos
(Ángel Moreno, de Buenafuente).- En las fiestas de pastores y doctores, la liturgia de la Palabra nos llama a ser Luz del mundo. En la solemnidad de san Bernardo, y contemplando la historia y la misión que el santo de Claraval desarrolló en la Iglesia, comprobamos la coincidencia del texto litúrgico con su vida, pues se distinguió como antorcha luminosa, cuya luz se ha expandido por toda la tierra, gracias a sus escritos y de los monjes y monjas cistercienses.
Cada año, este día, desde hace ya cuarenta y cuatro, hemos elevado la acción de gracias al Señor, a la vez que hemos intentado iluminar el momento presente de la andadura monástica en este lugar. Hoy, deseo fijarme en algunas señales que nos pueden ayudar para avivar en cada uno lo que Jesús nos dice en el Evangelio: «Vosotros sois luz del mundo, vosotros sois sal de la tierra».
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