¿No creéis que tenemos que volver al Dios de Jesús y al Jesús del Evangelio, y olvidarnos de ese Dios tan austero que pareciera que hasta le molestan nuestras risas y nuestras alegría y nuestras fiestas?
(Juan Jáuregui).- El Reino de los cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo. Mandó criados para que avisaran a los convidados...» (Mt 22,1-14)
Cuando el Concilio Vaticano II habla del problema del ateísmo moderno, plantea el «ateísmo de la indiferencia», y que personalmente yo llamaría «ateísmo de la falta de apetito». Porque ¿qué otra cosa es la falta de apetito que la indiferencia ante la comida?
Max Weber por el contrario, habla de «la carencia de oído para lo religioso«.
Lo religioso pareciera que ha dejado de tener suficientes decibelios como para poder ser escuchado.
Y por eso mismo diera la impresión de que hoy todos somos un tanto sordos a la llamada de Dios.
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