Los cristianos pobres por opción, y los que lo son por la injusticia de otros, se parecen a Jesús el Cristo
(Jesús Rodríguez, en RyL).- A los 50 años del Concilio Vaticano II, menciono una de las personas que más aportaron a su contenido; Yves M. Congar. En el número 1 de la revista Concilium, (comenzó a publicarse en aquel momento), hay un artículo de él, sobre el termino conciliar, «Pueblo de Dios». Nadie más indicado para comentarlo.
Resalta la dignidad de la «existencia cristiana»: lo anterior a cualquier división por razón de ministerios; resalta la «cualidad común de todos los miembros de la iglesia, antes de diferenciarlos, según la función». «Valor primero…la dignidad inherente a la existencia cristiana»… «y luego la estructura jerárquica de organización «; pero lo prioritario, lo primero.
Sin embargo, «al pronunciar la palabra iglesia, – dice -, se piensa en la institución como tal… como si no estuviera esencialmente compuesta de cristianos».
«Pueblo de Dios»…»permite afirmar a la vez, la igualdad de todos los creyentes en la dignidad de la existencia cristiana y la desigualdad orgánica en función de algunos miembros».
El Concilio y sus expertos nos comunican muy bien lo más Grande y el mejor titulo que tenemos; SER CRISTIANOS. El día del cura de Ars en el seminario de Santiago, el cardenal de Viena habló al presbiterio. Pongo una cita; «cuestionó la visión del sacerdote como un ser aparte y esencialmente diferente de los laicos, un ser superior, elevado del común de los mortales…» (DOP Arzobispado); mencionando y explicando el exceso de clericalismo.
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