Los generales de los Jesuitas y las Agustinas Misioneras participaron en el Capítulo General
(RD/Agencias).- El español Alejandro Moral Antón, OSA., hasta la fecha miembro de la Curia general, de España y del Secretariado de Justicia y Paz, ha sido elegido nuevo prior general de los Agustinos. En tercera votación, el religioso ha alcanzado 58 votos de 83 posibles, superando ampliamente los tres quintos establecidos por estatutos. Moral sustituye a Robert Francis Prevost, quien fuera elegido en 2001 y reelegido en 2007.
Tras la elección, todos los presentes en el Capítulo General -que abrió la pasada semana Francisco- saludaron y felicitaron a Alejandro Moral, quien aceptó «con humildad» el encargo, que en principio durará un sexenio.
En sus primeras palabras, el nuevo prior general agradeció a los presentes, y en especial a su antecesor, el trabajo realizado, así como tuvo un especial recuerdo para los agustinos que ejercen trabajos episcopales.
Posteriormente, continuó el capítulo, algunas de cuyas informaciones nos apunta Agustín Alcalde, OSA en la siguiente crónica.
Dos generales dan lecciones al Capítulo General de los agustinos de la Orden de San Agustín:
Lo más extraordinario es que uno es jesuita como nuestro Papa Francisco; el otro, mejor la otra, es mujer. ¿Cuándo una mujer había dado lecciones de Teología o Vida Religiosa a un Capítulo General de los Agustinos?
Dos palabras CLAVE: Desafíos y Misión en la Vida Religiosa.
(Día 29 de Agosto. Son las cuatro de la tarde)
1ª palabra clave.
El P. Prepósito General de los jesuitas (P. Adolfo Nicolás) habla al Capítulo General de los Agustinos sobre lo que él llama los «desafíos de la vida religiosa hoy». Desde 2008 ejerce este servicio en la Iglesia, anteriormente había sido Provincial de Japón.
Nos presenta ocho desafíos:
1.- Recuperar o asumir de nuevo los grandes desafíos de la humanidad. Los religiosos debemos preguntarnos: «¿cómo podemos reducir los sufrimientos de la humanidad?» Jesús recorre el mundo haciendo justamente eso: curando, escuchando. No existen desafíos religiosos. Somos religiosos y por eso nos acercamos a la humanidad desde nuestro ser religioso. Los desafíos de la humanidad son nuestros desafíos, como lo fueron para Cristo.
Nuestra aproximación a estos desafíos ha de ser religiosa: somos religiosos, no una ONG.
Es erróneo pensar -como se decía en el pasado- que debemos dejar los problemas a la puerta de la iglesia cuando vamos a orar. Al contrario: llévalos contigo cuando vayas a orar o a participar en la eucaristía. Hay muchos problemas en la humanidad. Pobreza, hambre, desempleo, falta de alegría y de sentido son nuestros desafíos. Nosotros queremos reducir esos problemas. Nuestra misión como religiosos es «la misión de Dios». No tenemos otra misión (no es misión jesuita, franciscana, o agustina… sino de Dios). En la misión de Dios no importa quién sea el líder: un laico, un agustino, un varón, una mujer… «los cirineos del mundo actual».
Debemos recuperar la antigua tradición de las órdenes religiosas y la razón por la que surgieron, que fue para trabajar por la humanidad.
(incluso nos citó el libro de Karen AMSTRONG, The great transformation. Sugiere leer el primero y último capítulos)
2.- Recrear la vida religiosa hoy para nuestros contemporáneos.
Padecemos escasez de vocaciones donde antes abundaban. No se trata de competir con los movimientos, a los que se presta hoy más atención, sino de encontrar el lugar adecuado para la vida religiosa.
Algunos teólogos hablan de «refundación». En todo caso, se trata de «recrear» la vida religiosa. La vida religiosa agustiniana responde a una recreación. En la tradición
agustiniana se funden diversos elementos (eremíticos, mendicantes…) que demuestran esa capacidad de recrear.
Es triste oír que la vida religiosa se ha convertido en algo obsoleto. La gente joven tiene dificultad con las grandes instituciones (pasa también en otras tradiciones religiosas, como el budismo…).
En las familias cristianas ha cambiado radicalmente la mentalidad. Invitar a un joven a considerar la posibilidad de ser religioso es «imbuirle ideas raras», a los ojos de los padres. La cultura vocacional no entra en sus cálculos, mientras que antes se veía con orgullo tener un hijo, hermano o familiar religioso/sacerdote.
En el Renacimiento se habló mucho de «reforma» y «retorno» a las fórmulas originales de la institución (vg: Sta. Teresa, S. Juan de la Cruz). Hoy el proceso debe llevar a «recrear» para ser significativos para los hombres y mujeres contemporáneos.
El 75 % de las instituciones que existían al tiempo del concilio de Trento han perecido. Sólo subsisten las que han sabido adaptarse.
Tenemos que ofrecer a los jóvenes una versión de la vida religiosa que les permita crecer. Hay que repensar algunas cosas que se rechazaron hace quizás no mucho tiempo, quizás hace 30 o 40 años. Por ejemplo, el compromiso temporal (los votos temporales fueron rechazados en la Compañía de Jesús, y acaso hoy hay que reconsiderar esta posibilidad, teniendo en cuenta la dificultad de los jóvenes para asumir compromisos definitivos).
3.- Recuperar la sabiduría humana
Sabiduría humana es calidad de vida y buenas relaciones humanas. Las buenas relaciones te hacen sentir en casa. Es un desafío que afecta a toda la humanidad. No necesitamos dogmas; necesitamos sabiduría.
Si no recuperamos la sabiduría no seremos significativos. Eso significa trabajar las relaciones humanas, la acogida, atender y entender los lenguajes. Importancia de la persona.
Hemos sobreestimado la tradición, pero a veces alejándonos de la sabiduría, que siempre tiene elementos de crítica y de cambio. Las homilías del papa Francisco rezuman la sabiduría de la vida cotidiana. El budismo, hinduismo… se sostienen en la meditación y en la sabiduría; sabiduría que es dedicar la vida a la búsqueda. La transparenta, por ejemplo, San Agustín en sus reflexiones. «La búsqueda es parte de la fe» (cardenal Ravassi). Un agnóstico que busca tiene más valor que un cristiano que no sea inquieto.
4.- Los religiosos debemos ser maestros del lenguaje de la sabiduría
En la Biblia encontramos el lenguaje de la sabiduría. Con el exilio, los israelitas perdieron la fe; desaparecieron los profetas, pero comenzó el lenguaje de la sabiduría (Proverbios, etc). Tuvo mucha importancia la vida ordinaria. Tenemos que hacernos maestros del lenguaje del corazón, que es el que llega a la gente (el papa Benedicto sabía usar este lenguaje, pero más aún el papa Francisco, que es capaz de llegar al corazón), hablar de los temas que interesan y atañen a la gente.
5.- Ofrecer a los jóvenes experiencias de vida temporal eremítica y/o monástica
En Tailandia todos los jóvenes pasan por una experiencia temporal monástica obligatoria. Es un modo de experimentar algo más profundo, más auténtico… En el mundo hay profundo deseo de aprender a orar. En Europa muchos buscan una experiencia de este tipo en fines de semana. Hay que hacer un esfuerzo para presentar este tipo de ofertas. La experiencia es importante. Enseñar a rezar, a escuchar el silencio.
En alguna diócesis y órdenes religiosas han recibido vocaciones desde el voluntariado, en contacto con los pobres.
6.- Trabajar por una nueva teología de la misión
Plantearse cómo está trabajando Dios con la gente, para poder colaborar con Dios, es el punto de partida. Dios ha estado ocupado con la gente. Nosotros no hacemos nada nuevo. Tenemos que colaborar con lo que Dios hace con cada persona. Afrontamos el trabajo de Dios en el corazón de la gente. Nuestra misión es «missio Dei»
7.- El cambio demográfico y la interculturalidad
Ambos presentan un desafío para la vida religiosa. Ha cambiado radicalmente el origen de los seminaristas. Hace unas décadas, el 78 % procedían del Norte. Hoy es al revés. Es el cambio que se está produciendo en la demografía de la Iglesia misma. En 2025 se prevé que sólo el 30% del cristianismo estará en el norte.
Hoy otras culturas están entrando en la vida religiosa.
8.- La vida religiosa tiene que encontrar un nuevo lugar en la Iglesia
Sin miedo y sin ruido; sin jactancia, con sencillez y sabiduría. Hay que trabajar en espíritu de fe y con humor. Sencillos y sabios, fijándonos en lo sustancial. Con sentido del humor. En la filosofía sufí se dice que el hombre que no tiene humor no tiene alma.
El P. Adolfo aquí se detuvo y nos dejó callados y aplaudiendo sus magníficas intuiciones, dándonos una lección de vida y despertando nuestra propia «inquietud» para saber discernir mejor los desafíos que están esperándonos en la nueva andadura de la Orden.
Porque junto con estos ocho desafíos, los agustinos consideramos también muy importantes un 9º «la colaboración» y un 10º la «vida común».
(Día 31 de Agosto, nueve y media de la mañana)
2ª palabra clave.
La Madre General de las Agustinas Misioneras, Angelita Velasco tiene ahora como uno de sus «títulos» que comparte con su Congregación el elogio que la dispensó el Papa Francisco cuando el mismo día 28 en Basílica San Agustín de Roma recibió su cariñoso abrazo: «Vosotras sí que sois buenas misioneras y maravillosas»
Para nosotros sus 19 años como misionera en África, Tanzania , la avalan maravillosamente para hablarnos del carisma, la espiritualidad y la misión.
De sus labios de mujer van surgiendo los temas de las «nuevas pobrezas», la «misión de la comunidad», misión nueva porque es compartida con los laicos, el «ser testigos desde la disponibilidad» y su gran especialidad como hermana agustina y General(a) LA MISIÓN. Misión en educación, con menores en situación de riesgo, en lugares tan distantes como Filipinas (desde 2010), China (1994), Argentina, Argelia, España…
Varios pensamos al escucharla que será la primera vez que una mujer se dirige a un Capítulo General de los Agustinos … Pero, de repente, interrumpe nuestros devaneos, habla de Caridad y Esther «sus mártires» en Argelia, asesinadas en 1994. Y humildemente, casi en voz baja porque sólo son 500 hermanas nos emociona con su extensísima misión en la que son muchísimas aunque parezcan pocas, porque están tan disponibles como María, la de Jesús de Nazaret.
Yo que he convivido con ellas en Mozambique (Mapinhane) a lo largo de quince días, he visto cómo la comunidad que está inmersa en ese pequeño pueblo sin luz se ha transformado en una familia, verdadera familia, que recoge a tres niños para que no mueran en la calle y han comenzado a ser madres que limpian, peinan, alimentan y cuidan como hijos/as los que son arrojados de sus casas (pallotas) por pobreza o exclusión: Sida, hambre, prejuicios. Mi amigo Edison, de seis años, que mira con ojos de hambre incluso cuando come… sabe muy bien de todo ese «amor de madre».
Un participante en el Capítulo, con experiencia en Oriente, pregunta a Angelita sobre su experiencia y la de la Congregación en aquella parte del mundo, concretamente en la India, y ella habla de «respeto» y vivir la «interculturalidad».
Finalmente, ella también nos dejó sus propios desafíos, algunos, y los de las Agustinas Misioneras: 1º) Los jóvenes no siempre son todo lo generosos que debieran. 2º) Hay que saber vivir la vocación sin perder la identidad. 3º) La carencia de vocaciones y 4º) Las hermanas mayores.
Sobre esto último nos había hablado con emoción al referirse a las ancianas que han vivido en la clandestinidad y son ahora un ejemplo de identidad, generosidad y de vocación fiel. Por tanto, estas últimas, tenían sin que nadie se lo valorara el secreto -de años- para resolver los desafíos desnudos y crueles que nos acechan a todos.
Despedimos a Angelita, esta misionera de carne y hueso, con un fuerte y caluroso aplauso por su Sabiduría y Fraternidad.
El Capítulo continuará sus tareas a lo largo de varias semanas, pero quedará en sus anales y sobre todo en su «corazón inquieto» estas dos grandes lecciones de una Vida Religiosa desafiadora y una Misión compartida por dos «grandes» familias religiosas: Los Jesuitas y las Agustinas Misioneras.