Una vez más el imperialismo de los grandes, sin respetar los derechos de los pueblos a gestar su porvenir en el diálogo, desde fuera quiere imponer su ideología y pretende pacificar con la guerra
(Jesús Espeja).- Es terrible y muy triste la encarnizada lucha fratricida que hoy están teniendo lugar en países árabes como Siria y Egipto. Reconociendo que la complejidad de la situación no admite juicios simplistas, hay interrogantes ineludibles: ¿no cabe otra alternativa que turbantes que tapan los ojos o cascos militares que reprimen con las armas? ¿qué hay en el fondo de esos conflictos que con distintas versiones vienen explotando en países árabes durante los últimos años?.
1. En agosto ABC publicó un interesante artículo sobre «invierno árabe». El islamismo no es sólo una religión, sino también una forma de vida y de Estado. El Corán no es sólo un libro sagrado; es también un código civil, penal, sanitario que diseña un modelo de sociedad. Como el cristianismo, entrando en los marcos del imperio romano dio origen a la cristiandad, Mahoma, que además de profeta fue un estadista que unió a las tribus de la península arábiga, dio origen al imperio islámico.
2. Tras varios siglos en el proceso de la época moderna, va cayendo en los países europeos tradicionalmente católicos, la situación de cristiandad, gracias a que se han ido introduciendo declaraciones sobre derechos humanos, responsabilidad individual, autonomía de las realidades seculares, libertad religiosa. Todavía nos está constando mucho lograr una sana laicidad, porque unos siguen aferrados al antiguo régimen y otros pretenden ser autónomos olvidando su condición de criaturas y rompiendo con el Creador.
Pero este recorrido no se ha dado en los países del mundo árabe. Para llegar a este momento de la modernidad, donde todavía la democracia es tan imperfecta, los pueblos europeos han sufrido guerras sangrientas de religión y revoluciones de todo tipo. No debería extrañarnos el trabajoso proceso de los países árabes. Parece adecuado el juicio de dicho artículo: «sólo desde la ignorancia o el cinismo puede proponerse un compromiso entre el islamismo y la democracia occidental».
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