Brochero era un cura pobre de cosas, pero muy rico de cariño por la gente, como Jesús
(Guillermo Ortiz, sj).- ‘Felices los pobres, el cielo es de ellos’. (MT. 5, 3) dijo Jesús. ‘Necesito que me ayudés para atender las necesidades de los pobres‘, le escribía el Cura Brochero en una carta a su hermana Aurora. Los preferidos de Brochero son aquellos que sufren más necesidad, los más pobres. Su trabajo de cura, de pastor se orientó a los pobres a los que les entregó su vida y su tiempo.
Escribe una vez a su obispo: «… en este mes y el de julio, me iré, como las golondrinas, a Santiago del Estero, buscando calor, y daré Ejercicios a los pobres de allí». El Cura José Gabriel Brochero también cuando visita la cárcel en la ciudad de Córdoba, de 1898 a 1902 tiene como privilegiados entre los presos a los que son más pobres. Brochero, sacerdote compasivo no se ocupa del montón sin nombre ni apellido, este cura piensa en las necesidades de cada uno en detalle. Por ejemplo, escribe: «Yo pensaba dejar de capataz al mismo capataz de Don. Crecencio (Aguirre) para cuidar de las cabras. Primero, porque cuidando los dos grupitos de cabras ganaría más».
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