El 1% de la población mundial, apenas 700.000 personas, poseen, acaparan o controlan el 90% de toda la riqueza que se genera
(Bernardo Pérez-Andreo).- Thomas Mann nos dejó una de las cumbres de la literatura universal en su obra La montaña mágica, pero también nos dejó un relato del proceso de descomposición de la sociedad moderna tipificado en esas élites que ascendían a la montaña a tomar los aires y recuperar una salud debilitada, trasunto físico del problema espiritual que les aquejaba.
Mientras los pudientes se permitían y permiten el ascenso a la montaña, los pauperrimos deben conformarse con habitar el profundo valle de lágrimas que es el resto de la humanidad. Es imposible que todos podamos ocupar el lugar de la élite, aunque bien es cierto que con el sistema capitalista puede haber algún grado de circulación de élites, si bien es posible establecer cierto grado de sucesión entre las élites de finales de comienzos del Renacimiento y las actuales, incluso en los apellidos de su miembros.
Lo que no ha cambiado en 500 años es la proporción de los que pertenecen a la élite y el resto: 1-99. Es decir, la élite mundial es hoy el 1% de la población, el resto somos la no-élite. Así fue y ha sido desde el Imperio romano. Y si no cambiamos esto, así seguirá siendo hasta que el mundo reviente de injusticia.
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