Cuanto más osadamente los hombres se han atrevido a entregarse y a olvidarse de sí mismos, más grande y más rica ha sido su vida
(AVAN).- El arzobispo de Valencia, monseñor Carlos Osoro, defiende en su carta semanal de hoy, domingo, que «los cambios que tiene nuestra época no son superficiales, sino de fondo; no son, simplemente, nuevas manifestaciones en un mismo escenario, sino que el escenario de este momento de la historia es diferente, es nuevo».
Según el prelado, «hay una convulsión tal que estamos asistiendo, en realidad, al nacimiento de una nueva época de la historia» y, ante esta situación, «la Iglesia no puede permanecer indiferente o inmóvil», sino que «tiene que ser ese rostro del Señor que se acerca a los hombres en todos los momentos de la historia y en todas las circunstancias de su vida».
En su carta, que titula «Nueva evangelización en una nueva época», monseñor Carlos Osoro expresa que la Iglesia «tiene que hacer sentir a los hombres que es Madre y que les acompaña, que vive para ellos, que desea entregar la vida de Jesucristo, su paz y su amor, su misericordia y su compasión».
Después de recordar que «la Iglesia nunca vive separada del mundo vivo» porque «el Señor la diseñó de tal manera que siempre viviese prolongando el misterio de su Encarnación», monseñor Carlos Osoro destaca que «la Iglesia sabe que una nueva época hace que todos respiremos el humus de la cultura dominante, recibamos su influjo y tengamos que vivir con leyes que tratan de organizar este mundo, y que, además, incentivan unas costumbres».
Esta situación, continua el titular de la archidiócesis de Valencia, «provoca en la Iglesia como una doble fidelidad: por una parte, la de defender la vida cristiana y promoverla -y, por eso, debe continuar con valor evitando todo aquello que pueda engañar, profanar, sofocar, contagiar de error y de mal-; pero también, por otra parte, no solamente debe de adaptarse a los modos de vivir nuevos que aparecen, tanto en cuanto sean compatibles con las exigencias esenciales de su moral, sino que debe de procurar purificar, ennoblecer, vivificar y santificar todo lo que aparece en la historia de los hombres con la fuerza y la gracia de Jesucristo».
«Valentía, coraje y audacia»
Más adelante, destaca el prelado que «la nueva evangelización en esta nueva época está pidiendo a la Iglesia que manifieste siempre la fisonomía que Cristo le ha dado, diciendo a los hombres y mujeres de este mundo quiénes somos, en verdad» y «tratando a los demás como el Señor lo hizo»
Por ello, llama el arzobispo de Valencia en su carta a «tener todos la valentía, el coraje y la audacia que nacen del Evangelio para hacer resplandecer la belleza de la Iglesia», lo que necesita de una «conversión permanente, palabras y obras que hagan creíble el anuncio de Jesucristo y den fondo y forma a esta nueva época que está naciendo».
Todo esto «requiere de nosotros un movimiento interior especial de tal calado, que cuando en el rostro del hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo, encarcelado, sin techo, sin hogar, e indigente, se hace presente Jesús, mueve nuestro corazón a dar nuestra vida, a no guardarnos para nosotros mismos». De hecho, concluye el Arzobispo, «cuanto más osadamente los hombres se han atrevido a entregarse y a olvidarse de sí mismos, más grande y más rica ha sido su vida, y con más fuerza aparece el rostro de Jesucristo».