La conducta farisea alaga y aplaude por delante y en público, pero critica y denigra por detrás y en privado
(Faustino Vilabrille).- Los actuales hábitos imperiales, suntuosos, lujosos, principescos y cortesanos de toda la jerarquía, de los cardenales, de los papas e incluso obispos y a veces curas, que parecen inducir, encubrir e imitar una igualdad o superioridad aparente con las vestimentas de príncipes, monarcas, militares, jueces, etc., ¿no evocan mucho más la figura del altivo fariseo que la del humilde publicano?
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