La crisis económica y las consecuentes inseguridades y zozobras que afectan especialmente al mundo del libro en general (y al libro religioso en particular) no dejan de ser un estímulo a la creatividad de los autores y para los propios editores
(Fernando Prado, CMF).- Queridos amigos y amigas. Como sin darnos cuenta, hemos entrado de lleno en el otoño. Ya hemos incluso cambiado los relojes para ajustar nuestra vida al tiempo solar. Con esta estación llega siempre un tiempo lleno de actividad editorial. El curso ha comenzado y estamos metidos de lleno «en faena». Es tiempo de ferias del libro y de premios literarios (Liber, Frankfurt, Guadalajara…). Para los del gremio del libro, estos meses de octubre y noviembre representan un tiempo, cuanto menos, interesante.
La crisis económica y las consecuentes inseguridades y zozobras que afectan especialmente al mundo del libro en general (y al libro religioso en particular) no dejan de ser un estímulo a la creatividad de los autores y para los propios editores, que vamos tirando hacia delante. La vida es un constante cambiar y adaptarse, un auténtico work in progress, algo que está en constante construcción y transformación.
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