“¡Vergüenza!”, debió haber gritado al Gobierno español Rouco Varela en su discurso de despedida, en lugar de reclamar al Estado el cumplimiento del Concordato
(José Arregi).- Cuchillas en la valla de Melilla. La secuencia de las palabras es cacofónica, y la secuencia de los hechos, espeluznante. Se nos traban las letras en la lengua, pero deberíamos repetirlas hasta que se nos claven y duelan en el alma. Hasta que nos duelan como duelen a los inmigrantes africanos las frías, ardientes, crueles cuchillas de la valla de Mellila.
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