Dejamos pasar con mucha frecuencia sentencias que explicitan con claridad que ha existido una falta total de ética y ha existido mala praxis profesional. La tolerancia debería ser "cero".
(David López Royo)- El empresario tiene oportunidad de serlo liderando proyectos con vocación de ayudar a construir una sociedad más justa y coherente. Éste es el marco que nos acompañará en las sucesivas reflexiones que escriba y que aparecerán en la Tribuna (Opinión) de El Correo de Andalucía.
Conseguir credibilidad implica vivir con ética. Los tiempos que, últimamente, nos está tocando vivir a nivel general, sin poder concluir que la norma existente sea la corrupción, nos hacen descubrir que la ética ha quedado aparcada en el «papel» y, por tanto, la credibilidad es un término que, en muchas ocasiones, ha sido más «comprado» que experimentado. La corrupción a la que nos enfrentamos, y dada a conocer por los medios de comunicación, es una constatación que habitualmente viene siendo certificada con sentencias de los Tribunales de Justicia.
Este «anti-testimonio» dado por un grupo determinado de personas debería servir como punto de inflexión para inaugurar un cambio en las relaciones empresariales. Desde esta perspectiva me gusta decir que no estamos en una crisis económica, estamos ante la necesidad de un cambio social y económico.
El cambio económico y social nace al aceptar que hay que «funcionar» con comportamientos sociales diferentes a los que, hasta el momento, han podido generarse. Si cambiamos podremos lograr que la sociedad pueda desarrollarse con coherencia.
El «fondo» que tenemos al «sacar la fotografía» es poco claro y, además, tristemente alejado de una ética que nos haga vibrar de tal manera que podamos transmitir «una imagen» verdaderamente creíble. Sí, debemos trabajar, y tenemos que implicarnos para que «la nueva fotografía» disponga de «un paisaje» lúcido, amable y transparente con colores que conduzcan a la sociedad a sentir que lo que les rodea tiene credibilidad.
Juan Carlos Cubeiro en su libro La sensación de fluidez: Desarrollo del Liderazgo en todos los sentidos, escribe: «…lo que me temo, Jesús, es que el estilo de hacer las cosas que tratamos de fomentar algunos de nosotros (trabajo en equipo, participación, auténtica orientación al cliente, innovación, aprendizaje…) figura más en el discurso que en la realidad. Hay, por mucho que no lo reconozcamos, muy escasos oasis en un desierto de desarrollo profesional y personal. Espero que tú avances en este camino».
En el fondo nos hallamos ante un problema de vivencia y experiencia ética, porque no cumplir con lo que nos proponemos, cuando nuestros propósitos están basados en principios que buscan la honestidad y la excelencia, conlleva, en la mayoría de las ocasiones, relegar a segundo plano una serie de objetivos que nos podrían ayudar a cumplir con los principios (ética) que nos habíamos propuesto, para que éstos dieran «luz» al plano de la «fotografía» que estamos deseando realizar. Esto, al final, nos puede llevar a concluir que el entorno percibe al mundo de la empresa como poco creíble.
Credibilidad y Ética Empresarial se «adentran» en la dimensión de un binomio (justicia-injusticia) que mueve «los hilos de nuestra vida» haciendo que nos posicionemos ante un paisaje recogido a través del plano elegido.
Si el «plano» es el de la justicia, el paisaje será alegre, sincero, expresivo de sencillez, con una luz que transmite confianza y con la certeza que todos los que entremos en relación con el mismo podremos generar relaciones constructivas y positivas, tendremos una misión que compartir; a mí en particular me gusta hablar de misión compartida. Es un término que estoy intentando trasladar en mis clases a mis alumnos.
Sin embargo, si el «escenario» elegido es el de la injusticia lo que percibiremos al final será confusión, oscuridad, falta de vitalidad, agobio, desesperación; es el camino que conduce a «destruir» donde no podrá darse nunca una misión compartida y la única fuente que mantendrá las relaciones será la del egoísmo, sumando a la misma desconfianza, engaño, falsedad; en definitiva una «fotografía» incoherente y sin alegría.
La justicia está en sintonía con la credibilidad y con un comportamiento ético que, desde una perspectiva que demuestra evolución, emana y conduce -principio y guía- hacia la nueva visión de las relaciones entre las personas, entre las sociedades, entre los políticos, entre las empresas, entre los proveedores y los clientes… «entre todos aquellos que deseen una sociedad justa»; es decir, una nueva manera de «construir»: fomentar en las relaciones que se generan en el mundo de las empresas el valor de la misión compartida.
La injusticia se aleja totalmente de lo anterior y basa su estrategia en «limitar», «engañar», «manipular», «ofender», «ignorar»; únicamente entiende que las relaciones son posibles si se obtienen «beneficios», contra más mejor; no importa cómo hacerlo, lo que vale es la cuenta de resultados. Basa su estrategia en la apariencia y no cree en la misión compartida; cree exclusivamente en unas relaciones basadas en una «economía egoísta». La injusticia no cree en la ética; porque la ética «obligaría» a transformar las relaciones y, a esto, no se está dispuesto porque -entonces- ¿qué ganancia se obtiene si ésta no es únicamente la de ganar y ganar sin importar el daño que se pueda hacer?… todo está sostenido «en la desconfianza». Desconfiar es la «regla» de las relaciones.
Hagámonos dos preguntas ¿en dónde nos situamos nosotros en nuestras relaciones?, ¿en dónde nos ubicamos en el ejercicio de nuestra profesión -empresarios, ejecutivos, políticos, profesionales, técnicos, trabajadores de diversos sectores, etc…-?
Centrándonos en el mundo de la Empresa, dado que ésta tiene un protagonismo esencial en la construcción de una sociedad nueva y diferente para generar un espacio social que acepta un Cambio Social y Económico; la pregunta más coherente en las relaciones que se establecen a nivel comercial sería: ¿Nos planteamos cuando establecemos un acuerdo comercial, si éste verdaderamente está basado en una credibilidad fomentada a través de un comportamiento ético adecuado?
Lo primero que deberían de plantearse las personas (empresarios y ejecutivos) que tienen que tomar decisiones sería el indagar, el conocer y el profundizar acerca del negocio que se quiere «cerrar», y ver si éste puede tener credibilidad desde el comportamiento ético de las personas que intervienen en el proceso de la negociación. Este pequeño detalle, de saber posicionarse adecuadamente en el «paisaje», nos permitirá poder disponer de una foto «centrada» en la justicia o «desenfocada» por la injusticia.
Normalmente nos quedamos «en la foto fija» del ahorro económico y los beneficios que se obtienen; no se profundiza en, casi, nada más. Al final impera «he triunfado porque he ganado muchísimo dinero, ha importado en un porcentaje muy elevado la dimensión económica»; no he tenido en cuenta otras variables que, si bien no me hacen ganar tanto dinero, son potenciadoras de creación de empleo, reparto de riqueza, crecimiento económico sostenido justo, creer en el capital humano, hacer un camino que fomente la justicia.
Según sea la foto, el tiempo nos dirá si tenemos credibilidad estable o bien ésta se va difuminando a través de la «verdadera fotografía», una vez que la misma «pierda el vigor de los colores» y poco a poco aparezca el «rostro auténtico» que, no es otro, que el del puro negocio basado en el egoísmo.
La dimensión ética de todo negocio busca, ante todo, que la dignidad sea el «epicentro» de la acción comercial. Sin dignidad no es posible generar credibilidad. La dignidad forma parte de nuestra identidad; si nos alejamos de la misma estamos construyendo una sociedad con «pies de barro». La dignidad es contraria a la soberbia y a la búsqueda del enriquecimiento fácil. La dignidad hace posible que los negocios sean estables y coherentes porque, desde la dignidad, la justicia crece y se hace presente «arrinconando» a la injusticia.
La dignidad es la que «da brillo» a la fotografía; porque es un «brillo» que nace del propio paisaje y del «corazón» de las personas que son protagonistas de la foto. La dignidad ilumina el «plano» que hace posible que el entorno sea gratificante y lleno de esperanza. La dignidad hace creíble que se construyan relaciones comerciales basadas en el espíritu de una misión compartida.
Credibilidad, dignidad y justicia forman parte de la Ética Empresarial. Hace unos años escribí un Ensayo Sociológico con el título: CRITERIOS E IDEAS PARA QUE EXISTA MENOS DESEMPLEO: «La solidaridad social ante la falta de trabajo«. Lo concluí a finales de 1992 y lo «dejé dormir»; hoy, ante la crisis que estamos viviendo, cuando lo releo, percibo que lo señalado hace más de 20 años, curiosamente, se ha convertido en algo actual sobre lo que escribir, habrá ocasión de ello. Lo que quiero traer a la reflexión que hoy me ocupa es un párrafo de este texto, por entender que nos sirve para comprender la relación entre credibilidad, dignidad y justicia como principios de una ética empresarial que nos aleja de la injusticia:
«Si la justicia en su concepción e interpretación está ligada al hombre, es lógico el planteamiento de que su entendimiento está ligado a un determinado concepto antropológico del ser humano. Si bien existe un largo proceso histórico en el asentamiento de los derechos, libertades, leyes, etc., hay que partir del hecho de que el hombre tiene derecho a su reconocimiento como hombre, es decir a la defensa de su dignidad, y ésta no es otra que la determinada categoría objetiva de un ser que reclama ante sí y ante los otros, estima, custodia y realización.
La dignidad es un derecho que aparece en la persona desde el mismo momento en que ésta comienza a existir, se trata de una dimensión genuina y propia del ser humano, es decir intrínseca, por lo tanto se puede decir que se tratará de un derecho al que siempre habrá que defender. Es, pues, punto de partida y punto de llegada en la valoración de la justicia. Como consecuencia será la misión esencial a la que todo hombre tendrá que aportar su trabajo desinteresado y valiente».
La credibilidad conduce a la justicia y ésta hace posible que la ética sea la «herramienta» con la que el «fotógrafo» es capaz de extraer un «paisaje» adecuado que transmita confianza, rigor, transparencia, coherencia, sinceridad y verdad; en definitiva, enaltezca la dignidad de los protagonistas de la «foto».
Si nos identificamos con el párrafo anterior es preciso que cada día, con más rigor y con más «fuerza», las relaciones comerciales estén basadas en un comportamiento digno y creíble que sustente a una ética que se apoya en los principios que «alimenta» a la Justicia; pero con mayúsculas.
No es de recibo y, considero que estamos haciendo un flaco favor a la Justicia si admitimos como «socios» y «proveedores» a personas y entidades donde la Justicia queda «simplemente en el papel» y han procedido con comportamientos nada éticos.
Aquellos que compramos productos y buscamos «aliados» tenemos una gran fuerza: «arrinconar a todos aquellos grupos en donde la ética existe tan solo en los escritos y no se percibe en las relaciones«; porque si no obramos de esta forma estamos siendo cómplices de una estructura situada en la dimensión de la injusticia. El libro del cardenal Reinhard Marx: El capital, un alegato a favor de la humanidad; que cité en mi artículo LA ESPERANZA DE TRANSFORMAR LA SOCIEDAD, tiene una reflexión muy interesante al respecto. Os animo a leer lo que dice entre las páginas 137 y 156. Por ende, la manera de proceder es la de generar proyectos basados en la misión compartida.
La misión compartida está basada en la credibilidad y en el desarrollo de la justicia amparándose en una ética empresarial que establece alianzas desde la dignidad. Estoy convencido que buscar alianzas basadas en la transparencia, la honestidad, la eficiencia, las ganancias justas, la salvaguarda del capital humano y el respeto por medio ambiente, formará parte de la nueva forma de «establecer relaciones comerciales». Estamos, todavía, acostumbrados a movernos en un mundo en donde la rentabilidad económica es el único objetivo; pero esto está cambiando poco a poco.
Sería muy oportuno que estudiantes, juristas, religiosos, sacerdotes, políticos, ejecutivos y empresarios leyeran el libro de Gäel Giraud en Sal Terrae : La ilusión financiera.
La misión compartida no deja espacio para tratar con grupos y entidades cuyos miembros han fomentado la injusticia con todo lo que esto conlleva; dejando en el camino a muchas personas «que con buena voluntad» creyeron en ellos; que «han roto» los sueños e ilusiones de proyectos que eran fruto de un trabajo en equipo; que se «adueñaron» del esfuerzo que personas emprendedoras fueron capaces de desarrollar; que «manipulan»; que «engañan»;… en definitiva, únicamente ven el propio interés económico y todo, absolutamente, todo ronda en esta dirección; dejando «el capital humano» totalmente mermado y empequeñecido.
La misión compartida no puede conjugarse con aquellas personas y, consecuentemente, con entidades -si éstas han sido conscientes de la estrategia de la injusticia- en donde un Tribunal de Justicia ha determinado que existe culpabilidad. Dejamos pasar con mucha frecuencia sentencias que explicitan con claridad que ha existido una falta total de ética y ha existido mala praxis profesional. La tolerancia debería ser «cero».
La misión compartida debe analizar en dónde se posiciona el empresario con respecto a los factores que tienen que ver con las relaciones económicas. Juan Carlos Cubeiro en su libro Del Capitalismo al Talentismo señala que «Desde una perspectiva conductual, Akerlof y Shiller identifican los cinco factores que afectan a las decisiones económicas: la confianza (la argamasa social), la justicia social (la desigualdad es problemática), los comportamientos corruptos y antisociales, la ilusión monetaria (hay una clara relación entre inflación de salarios y desempleo) y el relato (nuestro sentido de la realidad, de quiénes somos y de lo que hacemos, se entremezcla con la historia de nuestra vida y la de los demás)».
Esta cita es lo suficientemente ilustrativa para el «mundo de los negocios«, al mismo tiempo que da «luz» a toda la reflexión que se ha hecho en este artículo; por tanto, concluir con la misma nos «deja» ante el reto de volver a formularnos la pregunta que hacía más arriba: ¿Nos planteamos, cuando establecemos un acuerdo comercial, si éste verdaderamente está basado en una credibilidad fomentada a través de un comportamiento ético adecuado?
El comportamiento ético adecuado está relacionado con los cinco factores; según nos posicionemos, la fotografía de la cual queremos formar parte responderá o bien al paisaje claro de la credibilidad, la ética empresarial y la dignidad (JUSTICIA) o bien a una situación oscura en donde el «paisaje» queda ensombrecido por la injusticia.
Concluyo afirmando que estoy convencido que hay mucha gente de bien en el mundo de la empresa y en las instituciones en general; trabajemos, por tanto, con estas empresas y con estas instituciones. Evidentemente, esto conlleva «empezar» a establecer relaciones comerciales con un estilo diferente.