Luego sufriste como no podía ser menos ante el cerrojazo de las libertades. Y espero que te hayas ido con el buen sabor de boca a Francisco
(Pedro M. Lamet).- Querido Manolo: Seguro que los villancicos del cielo suenan distintos, como a paz sin medida, donde ya no es necesario buscar la buena voluntad de los hombres porque allí se ha de comprobar que siempre estuvimos sumergidos en un mar de amor aunque no nos dábamos cuenta. Ahora conoces en directo la Navidad del corazón.
Para leer el artículo completo, pinche aquí