Reciben al Papa con reverencia, pero que después actúan con irreverencia en relación a los más débiles de la sociedad
(Josep M. Bausset)- Hoy día 19, la Iglesia celebra la Jornada Mundial de las Migraciones, con el objetivo de sensibilizar a nuestra sociedad ante la situación de los inmigrantes. Con el lema «Emigrantes y refugiados, hacia un mundo mejor», el obispo de Albacete, Ciriaco Benavent, presidente de la Comisión de Migraciones de la Conferencia Episcopal Española, ha denunciado la valla de Melilla, con las concertinas o cuchillas afiladas para impedir el paso de los inmigrantes.
El obispo Benavent también ha criticado, con valentía, los Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE) y la restricción de los derechos sanitarios de los inmigrantes.
En pleno siglo XXI, es escandalosa la situación en la que malviven los extranjeros recluidos, como en una prisión, en los CIEs. Sé, por un amigo sacerdote de València, asiduo al CIE de esta ciudad, que «es peor que una cárcel«. Y son también inmorales e inhumanos los recortes sanitarios aplicados a los inmigrantes.
Y todo eso provocado por un Gobierno, el de Madrid y también el del País Valenciano, que asiste a misas y a procesiones, e incluso con algún miembro que hace pregones de Semana Santa. O que reciben al papa, con reverencia, pero que después actúan con irreverencia en relación a los más débiles de la sociedad.
Seguramente que los miembros del Gobierno español y del valenciano han escuchado muchas veces el capítulo 25 de San Mateo: «tuve hambre, y no me disteis de comer, era extranjero, y no me acogisteis» (Mt 25:31-46). Y es que ante las necesidades de la gente más desvalida, podemos actuar desde la solidaridad o desde la indiferencia.
El gobierno español maltrata sin piedad a los inmigrantes, hiriéndoles con las concertinas de la valla de Melilla, encerrándoles en los CIEs y recortando una prestación sanitaria que ha de ser universal, según recoge la Constitución, que el PP defiende cuando le conviene.
Constantemente, la Palabra de Dios nos invita a «romper las cadenas injustas, a compartir el pan con el que tiene hambre, a acoger a los pobres que no tienen casa» (Is 58:6-7). Y por el contrario, nuestros gobernantes actúan recortando derechos. La Palabra de Dios nos exige también no oprimir ni vejar a los extranjeros (Ex 22:20) y por el contrario, el gobierno del Estado los trata como a delincuentes.
Seguramente, nuestros gobernantes, durante la Navidad, se habrán enternecido con el belén y el relato del nacimiento de Jesús. Pero ya en este pasaje de la Escritura, se revela el drama de María y de José, que tienen a su hijo en un establo, «porque no tenían sitio en la posada» (Lc 2:7)
También hoy, en pleno siglo XXI, son mochos los hombres, mujeres y niños, que no encuentran un lugar en el corazón y en las leyes de los gobiernos de Madrid y del País Valenciano.
La Jornada Mundial de las Migraciones, nos llama también a revelarnos contra la reforma del Código Penal del artículo138bis, que hará que sea delito ayudar a persones inmigrantes en situación irregular.
Me imagino que el Gobierno español no invitará al papa Francisco para que venga al Estado español, ya que el papa Bergoglio también es un inmigrante, solidario con los inmigrantes de todos los pueblos.
Ante toda la injusticia infringida al Tercer Mundo, ¿los gobiernos europeos no pedirán perdón por el expolio hecho en América y en África y por la manera como tratan a los inmigrantes?