Hay muy pocas esperanzas de que del Capítulo salga una nueva Legión. La mayoría conservadora pretende hacer un simple barnizado general
(José Manuel Vidal).- ¿Ruptura y refundación o continuidad barnizada? Con este dilema de fondo, los 61 capitulares de la Legión, reunidos en Roma desde el pasado 9 de enero , se aprestan a elegir a su nuevo superior general. Los renovadores, que siguen siendo minoritarios, tienen puestas sus esperanzas en Juan José Arrieta, el candidato que mejor sintoniza con los nuevos aires franciscanos de Roma. Los conservadores, mayoritarios en el Capítulo, presentan varios candidatos, pero podrían decantarse por Eloy Bedia como su estandarte.
Del Capítulo apenas sale información. El hermetismo es total, excepto la información propagandística que se publica en una pagina web creada para dar publicidad al evento y simular transparencia. Religión Digital ha conseguido, sin embargo, conectar con un legionario que está al tanto de lo que se cuece en el conclave de la Legión.
«Está claro que, en estos momentos, los conservadores copan la mayoría en el Capítulo y, para conseguir su objetivo gatopardista de que algo cambie para que nada cambie, su estrategia consiste en presentar un candidato ‘moderado’ o que suene a ‘moderado'», dice nuestro informante legionario. Y añade: «Hay muy pocas esperanzas de que del Capítulo salga una nueva Legión. La mayoría conservadora pretende hacer un simple barnizado general, promover para director general a uno de los suyos que no sea tan ‘extremista’ como los que gobernqron hasta ahora, copar la mayoría del Consejo y asegurarse el control de la institución».
«Más aún, estoy seguro de que, si el Papa no interviene directamente y toma cartas en el asunto, dentro de unos años colocarán a uno de los suyos más consevador todavía, para extender la idea de que ‘aquí no ha pasado nada’«, explica nuestra fuente.
Para conseguirlo, la vieja guardia de la Legión, que siempre ha detentado el poder y no quiere soltarlo, está promoviendo dos estrategias La primera consiste en apostar, de entrada, por la línea más dura, con un nutrido ramillete de candidatos: Sylvester Heereman, Julio César Martí, Eugenio Martín, Jesús María Delgado, Eduardo Robles Gil, Rodolfo Mayagoitia, Emilio Díaz-Torre, Hernán Jiménez, Juan María Solana y Peter Coates. «La elección de cualquiera de ellos sería horrorosa para la renovación de la Legión», aseguran desde el sector renovador.
Consciente de la dificultad de hacer «tragar» a los citados líderes de la vieja guardia macielana, la mayoría continuista ha comenzado a promover para director general «nombres moderados, que gusten a todos, de tendencia conservadora, pero que no estén tan ‘quemados’ de cara al sector renovador. Y apunta especialmente a dos nombres: Eloy Bedia y José Gerardo Cárdenas.
De hecho, algunas fuentes aseguran que el Capítulo ya habría elegido al nuevo superior general en la persona de Eloy Bedia, pero la elección se mantiene en secreto a la espera de la aprobación papal. Un placet que podría demorarse.
El padre Eloy Bedia Díez nació en Pontejos (Cantabria) el 18 de enero de 1956. Ingresó el 15 de septiembre de 1973 al noviciado de la Legión de Cristo en Salamanca. Y el padre José Gerardo Cárdenas Jiménez nació el 1 de julio de 1957 en Monterrey (México), hizo su noviciado en Orange (Estados Unidos), iniciando el 15 de septiembre de 1974.
Este es el plan oficialista que, hasta ahora, sigue su curso, «sin que el cardenal De Paolis se entere de nada, mientras las maniobras `propagandísticas del portavoz Clariond intenta mantener distraído al personal», explica nuestro informante legionario del sector renovador.
«Que Francisco intervenga»
Por eso, la estrategia del otro sector, el renovador, se apoya en dos patas. La primera, presentar sus candidatos. Y la segunda, pedir la intervención directa del Papa Francisco. Los candidatos de los renovadores son Juan José Arrieta, Juan Sabadell y Giuseppe Gemelli. De la tríada renovadora, el que más posibilidades y apoyos tiene es el primero.
El padre Arrieta cuenta, además, con una gran ventaja a su favor: los capitulares saben que «el mismísimo Francisco ha puesto toda su esperanza en la elección de Juan José Arrieta». Entre otras cosas, porque es el «recomendado» de uno de los cardenales de máxima confianza del Papa, el chileno Errázuriz, profundo conocedor de la Legión y que siempre ha mostrado sus simpatías por los renovadores, especialmente por el padre Deomar De Guedes, el brasileño que se fue de la institución, para denunciar el torpedeo que a la renovación están haciendo los más conservadores.
Por otra parte, Arrieta no es ningún desconocido y también cuenta con mucho peso en el seno de la Legión. El fue, entre otras cosas, el que llevó en primera persona la relación con los numerosos abusados y conoce a fondo los entresijos de la institución a nivel global. Superior durante muchos años, tras la divulgación de los escándalos de Maciel, decidió mantenerse un tiempo alejado de la institución, para volver con ideas muy claras respecto a su renovación y refundación.
Los que lo conocen bien aseguran que se trata de «un cura recto, que no tiene miedo a la verdad, decidido a afrontar cualquier debate por muy sensible que sea, sabe marcar los ritmos y tiene en mente un programa claro para la Legión, además de estar empeñado en lograr su transparencia más total y absoluta». Un auténtico mirlo blanco, no en vano los conservadores le consideran su principal rival de cara al puesto de número uno.
En cualquier caso, si los capitulares deciden mirar hacia el que se supone es el candidato del Papa y, finalmente, sale elegido, Juan José Arrieta sólo aceptaría por mandato expreso de Francisco.
Pero conocedores del funcionamiento eclesial, la desilusión cunde entre los renovadores. «No creo que el camino de la renovación llegue a buen puerto. Hay demasiados intereses creados. Está de por medio Juan Pablo II y muchos cardenales involucrados y comprados en la era Maciel. Dicho a lo claro, demasiada porquería que limpiar. La idea que parece imponerse es que no haya más escándalo y que la cosa se solucione sin ruido y sin cambios bruscos. Una pena, porque los que más sufrimos somos los de dentro», explica nuestro informante legionario.