Mensajeros de la Paz va a enviar a Irak tres contenedores con máquinas de coser para dar talleres de formación
(Irene López Alonso)- El sábado pasado, y a pesar de los atentados producidos el día anterior en Bagdad -en los que fallecieron 19 personas-, el Padre Ángel García, presidente y fundador de Mensajeros de la Paz, viajó a Irak con la intención de apoyar a los trabajadores del centro de discapacitados que la ONG tiene en la capital.
El Padre Ángel llegó a Bagdad muy entrada la noche. Llovía y hacía frío en la capital del país, donde se sospechaba que el Ejército había entrado en Faluya, o iba a entrar inminentemente. «No hay nadie en la calle, Bagdad parece una ciudad fantasma», informó el Padre Ángel García desde la capital, tras reunirse con los patriarcas caldeos, asirios y latinos.
Durante su visita al país, el Padre Ángel fue recibido por el Ayatolá Supremo, patriarca de los chiítas iraquíes, quien aseguró al Padre Ángel estar «encantado con el Papa Francisco», al que espera poder visitar pronto. «Tanto el Ayatolá como el Papa son hombres de ecumenismo y de paz», opinó por su parte el Padre Ángel.
Además de visitar el centro para discapacitados que Mensajeros de la Paz tiene en Bagdad desde la guerra, y el hospicio de niños con el que colabora junto al Gobierno iraquí, el Padre Ángel fue recibido por el ministro de Asuntos Sociales de Irak, quien le agradeció que siga ayudando al país después de tantos años. «En Irak seguimos mal, pero ya pocos vienen a ayudarnos», lamentó el ministro: «Muchos no vienen porque tienen miedo, y los que vienen, vienen sólo a hacer negocios», dijo.
Finalmente, el pasado domingo el Ejército iraquí bombardeó Faluya y se dispuso a un ataque terrestre para recuperar el control de la ciudad, que se encuentra en manos de los combatientes antigubernamentales (insurgentes suníes, algunos de ellos vinculados a Al-Qaeda) desde hace un mes. Según el Ministerio de Defensa de Irak, 15 rebeldes yihadistas murieron en la ofensiva.
«Ha sido tremendamente doloroso«, declaró el Padre Ángel, que señaló que lo más duro de la situación de inseguridad del país es «ver cómo la gente huye».
«Registros, perros, guardias, papeles, interrogatorios, sirenas, ambulancias…», así es como describió el sacerdote el panorama de Irak. «Sobre todo miedo, mucho miedo», recalcó. «El mundo se olvidó de este pueblo, pero nosotros, mientras tengamos fuerzas, no lo vamos a olvidar«, denunció desde Bagdad.
A su regreso a Madrid, el Padre Ángel se apresuró a concretar su promesa: Mensajeros de la Paz va a enviar a Irak tres contenedores con máquinas de coser para dar talleres de formación, con la colaboración del Ministro de Asuntos Sociales iraquí, que se comprometió, durante su enuentro con el Padre Ángel, a facilitar el transporte y la entrada al país de los materiales. Además, el Padre Ángel solicitó la ayuda del presidente de la ONCE, Miguel Carballeda Piñeiro, puesto que en Irak «hay muchos ciegos, muchos», según dijo. «Miguel es una gran persona y va a ponerse en contacto con el ministro para ayudar a los invidentes iraquíes», adelantó el fundador de Mensajeros.
De su experiencia en Irak, el Padre Ángel recuerda con especial amargura su visita al hospicio de niños abandonados con el que Mensajeros de la Paz colabora: «Había 60 niños recién nacidos, muchos de ellos deformes. Habían sido abandonados para darlos en adopción», narra el Padre, que confiesa que se quedó «con la mirada perdida, diciéndome ¡Dios mío, Dios mío! ¿Cómo es posible que haya tanto sufrimiento en este país?».
Mientras estaba en el hospicio, el Padre Ángel tomó a uno de los bebés en sus brazos, y confiesa que la imagen de ese niño es la que ahora no le deja dormir: «Me apretaba el dedo meñique con su manita, pero tenía la mirada triste… Esa mirada no se me va a olvidar jamás«, afirma el sacerdote.
Sin embargo, el Padre Ángel no tira la toalla: cuenta que se alegró al comprobar que «los musulmanes quieren mucho al Papa Francisco, incluido el Ayatolá: todos lo admiran y lo bendicen». Y por su parte, a pesar de los muros, la tristeza, y el dolor presenciado, asegura que sigue creyendo «en Dios y en las personas».