"Porque creían en Jesús y se les notaba tanto"

Recuerdo agradecido de mis párrocos

"Por dicha, aunque a veces no lo parezca, tienen imitadores"

Recuerdo agradecido de mis párrocos
cura

Su última lección fue anunciar pocos días antes de su marcha que lo mandaban a otra parroquia, para ahorrarle a los vecinos las molestias de la despedida

(Ramón Baltar)- La entrevista del director de RD al cura riojano Gerardo Villar trajo a la memoria del columnista el recuerdo de los sacerdotes que lo instruyeron en la fe católica en la parroquia de Carril, pueblo famoso por sus almejas. Disculpe el lector que haga aquí apunte de sus personas y méritos, cativo reconocimiento.

El primero don Juan Illanes, mayor con trazas de no haber sido nunca joven. Débil de cuerpo, de carácter recio; muy exigente con los fieles, respetuoso y exquisito en el trato con los distanciados de la Iglesia. Por las compras de la hermana sabían todos de su austeridad de eremita y de su caridad hablaban las almohadas de los enfermos pobres que visitaba. Su última lección fue anunciar pocos días antes de su marcha que lo mandaban a otra parroquia, para ahorrarle a los vecinos las molestias de la despedida.

Tras él vino Manuel Castiñeira, recién ordenado, de arrolladora simpatía. Estuvo poco tiempo porque lo esperaba Salamanca con una licenciatura en cánones, pero fue suficiente para dejar muestra de lo que valen las cualidades humanas tornadas en virtudes cristianas: disposición incondicionada para la acogida y escucha, consejo y acompañamiento discretos. Algunos tuvimos la suerte de que nos siguiera ofreciendo en Lérez y en A Estrada pasantía de las troncales que importan a quienes aspiran a dar sentido moral a su vida.

Después Manuel Suárez Olveira, de modales rudos y refinado espíritu. De seminarista estuvo en el frente con los nacionales y fue prisionero de los rojos, pero no quiso que la herida le emponzoñara el corazón. Vivió pobre como una rata siguiendo al pie de la letra el sabio consejo que le diera su señor padre al salir de casa para el primer destino: «Hijo, cuando vuelvas traes la misma maleta que llevas«. Humilde, murió pidiendo perdón por su poquedad.

Porque creían en Jesús y se les notaba tanto, bendice un servidor los nombres de estos tres curas de almas y se felicita de haberlos tenido por educadores. Por dicha, aunque a veces no lo parezca, tienen imitadores.

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Autor

José Manuel Vidal

Periodista y teólogo, es conocido por su labor de información sobre la Iglesia Católica. Dirige Religión Digital.

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