Todos los seres humanos tenemos vida afectiva y tan siquiera un mínimo pensamiento sexual, y el clero no pertenece a la especie de los ornitorrincos
(Ángel M. Sánchez)- No es frecuente que el clero hable de su vida sexual y afectiva, más bien ocurre contraproducentemente, que sean los medios de comunicación y la opinión pública los que hablen de ella, movidos por esa mezcla de incomprensión, sospecha, prejuicio y morbo. No puede proponerse con simpleza que la única solución es la opción voluntaria del celibato. Este debate puede y debe hacerse, porque desde él puede valorarse más si cabe la castidad, pero no es el único y menos puede convertirse en el debate excluyente. El mal discernimiento vocacional, la falta de aplicación de técnicas de conocimiento psicológico, la represión de los afectos, la imprudente y deshonesta admisión de candidatos a la vida religiosa, son los verdaderos causantes de su problemática, y constituyen el debate discreto, auténtico y oculto, y no la mera ausencia de relaciones sexuales en los religiosos.
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