Subir a la brecha significa oponerse a los grandes de este mundo, hablando con toda libertad
(Josep Miquel Bausset)- El 17 de febrero de 2011, Acció Cultural del País Valencià se vio obligada a cerrar los repetidores de TV3 en el País Valenciano (pagados por voluntarios) ante las amenazas de multas desorbitadas por parte de la Generalitat Valenciana. Aquella decisión de Francisco Camps era un flagrante ataque a la libertad de expresión, como ha sido reconocido después por la justicia.
Ante la decisión de la Generalitat de acabar con las emisiones de TV3 en el País Valenciano, fueron muchos los ciudadanos y partidos políticos, así como los sindicatos, el mundo de la cultura y la sociedad civil, que denunciaron la censura del gobierno Camps.
El pasado 27 de febrero, el Presidente Fabra y los diputados del PP en las Cortes Valencianas, cerraron definitivamente RTVV. Desgraciadamente, los obispos valencianos ni protestaron por el cierre de los repetidores de TV3, ni han protestado ahora por el cierre de RTVV.
Me hubiese gustado de los obispos del País Valenciano una respuesta evangélica, libre y valiente en defensa de la libertad de expresión, en defensa de TV3 y de RTVV, tal como hicieron algunos obispos latinoamericanos, ante la prepotencia de diversos gobiernos de América Latina.
La razón que movió a los obispos latinoamericanos a formular aquella denuncia profética, nacía de la instrucción de la Comisión Pontificia para los Medios de Comunicación Social Communio et Progressio, del 18 de mayo de 1971, por la cual los ciudadanos tenemos el deber y la obligación a una información libre, un derecho apoyado por el Magisterio Social de la Iglesia.
Así, Silvio José Baez, obispo auxiliar de Managua, decía en referencia a los ataques del gobierno nicaragüense: «Yo como pastor denuncio este hecho, porque es un atentado a la democracia». Por eso, con valentía y libertad evangélica, el obispo Silvio animaba a los nicaragüenses a «leer diarios, a escuchar la radio, a ver TV y internet y a informarse, como un deber cristiano, ya que el periodismo ha de formar conciencia y la investigación cumple una función social de denuncia de la corrupción y de la inmoralidad que atenta contra la sociedad. No se puede hacer callar a los medios de comunicación (continuaba el obispo Silvio) cuando realizan esta función social». Igualmente, los obispos venezolanos denunciaron «las instituciones que abusan del poder, coartan la libertad de expresión y violan el derecho a la información».
Por su parte, en 2009, el obispo mejicano de Tampico, José Luis Dibildox, recordaba al Estado Mejicano el deber de proteger la libertad de expresión, un derecho fundamental para el desarrollo democrático. El obispo Dibildox decía: «Ante la hegemonía de los grandes medios de comunicación y de los principales grupos de poder en Méjico, hacen falta otros medios que representen una mirada crítica y alternativa a nuestra realidad política, cultural y económica».
Cuando han pasado más de dos años de aquella medida antidemocrática de Camps para acabar con TV3 en el País Valenciano, el pasado el 27 de febrero Fabra cerraba RTVV, y desgraciadamente ningún de los obispos valencianos ha denunciado este hecho.
Evidentemente, no me imagino un silencio tan elocuente de los obispos valencianos (y españoles) si en vez de los repetidores de TV3 y de RTVV, se hubiese cerrado la Cope o 13 TV. Seguro que nuestros pastores se habrían pronunciado con contundencia, denunciando un ataque a la libertad de expresión.
¿Por qué este silencio? ¿Por qué los obispos valencianos no han denunciado este ataque a la libertad de expresión?
Más de una vez y más de dos, el episcopado español (incluso encabezando manifestaciones) ha atacado al gobierno del PSOE con enfrentamientos cargados de una gran dureza. ¿Por qué esa diferencia de tracto en relación a un partido y a otro?
Los cristianos hemos de ser valientes para denunciar la falta de libertad, venga de donde venga. Y sea quien sea, el que ataque a los Derechos Humanos.
En el siglo VI, el papa San Gregorio Magno en su Regla pastoral, escribía: «El pastor ha de saber guardar silencio con discreción y hablar cuando es útil, de tal manera que nunca diga lo que ha de ser callado ni deje de decir lo que ha de ser dicho. A menudo pasa que hay algunos prelados poco prudentes, que no se atreven a hablar con libertad, por miedo a perder el amor de sus súbditos; obrando así, como dice el que es la Verdad, no cuidan el rebaño como unos verdaderos pastores, sino como mercenarios, ya que callar y disimular los defectos es lo mismo que huir cuando se acerca el lobo».
Y San Gregorio continuaba así: «por eso el Señor reprende a estos prelados: No han subido a la brecha. Subir a la brecha significa oponerse a los grandes de este mundo, hablando con toda libertad«.La Regla pastoral afirma todavía: «todos los que acceden al sacerdocio, reciben el oficio de pregonero. Pero si el sacerdote no predica, ¿no será semejante a un pregonero mudo?».
Ante la agresión que sufrió ACPV con la clausura de los repetidores de TV3 y ahora con el cierre de RTVV, ¿no oiremos de los obispos del País Valenciano unas palabras semejantes a las de San Gregorio Magno?
Pienso que los obispos valencianos habrían de ser capaces de oponerse «a los grandes de este mundo, hablando con total libertad».