Dios no necesita más “Vía Crucis”, no necesita más caminos de la Cruz, necesita caminos de resurrección, caminos de alegría, caminos de hombres que se aman y evitan las condenas injustas como principio para evitar las muertes
(Emilio Pinto).- Las calles actuales de Jerusalén que van desde donde se supone estaba la fortaleza Antonia al Monte Calvario, abren todos los días: carnicerías, dulces, droguerías, panaderías, tiendas de regalos, de estampas y de Vía Crucis, de rosarios árabes, de dátiles, de pollos…
Y con ellas los carros y la gentes con prisa: Unos no llegan al muro de los lamentos, otros no llegan a la mezquita y otros no llegan a la hora de la misa al Santo Sepulcro. Todo ese movimiento me hace pensar que si Jesús pasara otra vez por esas mismas calles y con la cruz actualizada a nuestros días, nada sería tan diferente a lo que ocurrió hace ya 2000 años:
¿Quién le creería?
¿Cómo saber que no es un loco u otro impostor?
¿Y los milagros? ¿Dónde están los milagros?
¿Y cómo va a venir en contra de lo establecido?
Por eso repetimos todos los años el Vía Crucis, no es solo un recuerdo, es la reflexión más profunda de todo lo que seguimos haciendo mal.
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