¿Qué ha hecho la Iglesia valenciana de la lengua de nuestro santo, ausente todavía en la predicación, la liturgia, la catequesis, la administración eclesiástica o en los estudios en la Facultad de Teología y en los Seminarios valencianos?
(J. M. Bausset).- Cada año los valencianos celebramos la fiesta de San Vicent Ferrer, el patrón del País Valenciano, no el 5 de abril, sino el lunes de la segunda semana de Pascua.
Son muchos los pueblos valencianos que recuerdan con veneración el paso de San Vicent por nuestras calles: Catí, Morella, Sant Mateu, Llíria, Agullent, La Llosa, Teulada, Xilxes o València, ciudad donde nació nuestro santo. Y para conmemorar la fiesta de nuestro patrón, se suele celebrar la misa en valenciano, o por lo menos el sermón, para así recordar que este santo dominico predicaba siempre en su lengua materna por toda Europa.
También se representan los innombrables milagros que este santo hizo al largo de su vida. Y claro, se veneran sus reliquias. Así, el Colegio Imperial de Niños Huérfanos, fundado por San Vicent el 1410, guarda una reliquia de este dominico universal: el radio del brazo derecho del santo, que es venerado por los devotos del patrón de los valencianos. También la villa de Teulada venera otra reliquia: un fragmento de las costillas de este santo valenciano.
No seré yo quien reniegue de las reliquias, por el hecho que son restos de aquellos personajes que veneramos como santos y amigos de Dios y que la Iglesia nos presenta como modelos de fe. Está bien venerar los huesos de San Vicent. ¿Pero y la lengua? ¿Y su lengua? ¿Qué ha hecho la Iglesia valenciana de la lengua de nuestro santo, ausente todavía en la predicación, la liturgia, la catequesis, la administración eclesiástica o en los estudios en la Facultad de Teología y en los Seminarios valencianos? La lengua de San Vicent ha quedado reducida a una anécdota, a puro folklore el día de nuestro patrón.
¿Y el resto del año? ¿Porque la Iglesia valenciana continua ignorando la lengua de los cristianos de Gandia, Borriana, Xàtiva, Alcoi, Morella o Dénia? ¿Por qué nos enorgullecemos venerando los huesos de San Vicent, de sus milagros y de su paso por nuestros pueblos y no somos capaces de recuperar la lengua en la cual él predicó y en la cual encontramos escritos sus sermones?
El Concilio Vaticano II recomendaba el uso de las lenguas vernáculas en la liturgia. Y el Vaticano II se clausuró hace más de 45 años. Y los cristianos valencianos, aún estamos esperando la aplicación del Concilio por lo que respecta a las lenguas vulgares.
Pablo VI decía en el discurso de clausura del Concilio: «las lenguas innombrables que hablan los pueblos, han sido admitidas para exponer litúrgicamente la palabra de los hombres a Dios, y la Palabra de Dios a los hombres».
¿Porque la liturgia es en castellano, cuando la gente habla valenciano? ¿Porque las lecturas y los textos eucológicos son en castellano y los avisos se hacen en valenciano? Eso me recuerda una anécdota de un cristiano de los Estados Unidos, que, después del Concilio, en la discusión entre latín y lengua vernácula decía: «No hay una lengua tan bonita como el latín, pero lo que yo entiendo es el inglés. Y en la iglesia nunca me piden dinero en latín».
Hace unos años los periódicos valencianos informaban de la misión de evangelización que el matrimonio valenciano Rúbio-Millan iba a iniciar en Ucrania. Y decían los dos esposos, con toda naturalidad, que para anunciar el Evangelio en aquel país, habrían de aprender ucraniano y ruso, las dos lenguas que se hablan allí. Y eso tan normal en Ucrania, ¿porque todavía no lo es en las diócesis valencianas? ¿Por qué en las diócesis valencianas hemos pasado del latín al castellano?
Ojala que la Iglesia Valenciana (para que sea realmente valenciana) en Vinaròs y Elx, en l’Alcora, Bocairent, Llíria y Onda, en la Vila-Joiosa, Peníscola, Torrent y Almenara, recupere la lengua de nuestro santo patrón. Porque los valencianos solo queremos lo que tienen los cristianos de Salamanca, de Burgos, de Toledo o de Ucrania: poder rezar en nuestra lengua. ¿Alguien puede imaginarse que los cristianos de Málaga, de Ávila o de Zamora no pudieran rezar en castellano?
Soy partidario de venerar los huesos de San Vicent, sí. Pero soy igual de partidario de venerar y de introducir en la Iglesia la lengua de nuestro patrón, para que sea una realidad un nuevo Pentecostés. Por eso, si veneramos los huesos de San Vicent, con el mismo motivo también hemos de venerar la lengua de nuestro santo. ¡Los huesos, sí! ¡¡Pero la lengua, también!!