Me e gustaría que dijeras que ya he hecho la paz con el ministro Montoro, que le he convencido para que venga a alguno de los comedores, o que el ministro del Interior iba a quitar las concertinas...
(Jesús Bastante).- Desde que el mundo es mundo, siempre han existido profetas. Y, salvo casos aislados, todos ellos han resultado incómodos. Para el poder, y para los poderosos. Pero también para quien escucha la verdad y se siente concernido con la denuncia. El padre Ángel, presidente y fundador de Mensajeros de la Paz, se convirtió anoche en un profeta de la esperanza contra la crisis, y un duro atizador contra la conciencia de una sociedad «que mira para otro lado», durante una vibrante conferencia pronunciada en el Casino de Madrid, que fue presentada por el periodista Luis del Olmo.
Arrancó el comunicador del Bierzo agradeciendo al sacerdote su trabajo incansable por «salvar a tantas personas que están con el agua al cuello». Y es que «la sociedad de hoy necesita santos que se mojen, que entren a fondo a luchar contra las injusticias». Para Luis del Olmo, «hay muy pocas personas que comuniquen tanto como el padre Ángel. Su mensaje es claro: no podemos quedarnos en casa mirándonos el ombligo mientras otros sufren».
El fundador de Mensajeros de la Paz recogió el guante, aunque arrancó con una broma episcopal. «Cuando me dijeron que vendría aquí, pedí que me presentaran Luis o el cardenal Rouco. El cardenal, con mucho cariño, dijo que no podía venir, lo cual le agradezco mucho, el cariño, no el que no venga…».
Arrancó el padre Ángel con un sueño: «Me gustaría que dijeras que ya he hecho la paz con el ministro Montoro, que le he convencido para que venga a alguno de los comedores, o que el ministro del Interior iba a quitar las concertinas, o que el ministro de Industria deje de subir el recibo de la luz, o que el de Educación no disminuya las becas… Confieso que cada consejo de Ministros parece un viernes santo, a ver qué hacen…»
Y es que la situación es difícil, lo cual no es óbice para denunciar. Ante todos los que quieran escuchar. «Quiero hablar en nombre de los más necesitados, porque ése es mi compromiso y mi trabajo, el mío y el de tantos colaboradores«, subrayó el religioso. «Ojalá sea capaz de ilusionaros, de contagiaros de lo mucho que uno obtiene entre los que sufren».
La solidaridad, esa palabra tan manida y, sin embargo, tan necesaria. «La solidaridad es patrimonio de todos, es cercanía, es saber estar cuando los demás se van, es regalar una sonrisa cuando la tristeza nubla los ojos de los que sufren. Pero es mucho más: es compartir lo que se tiene, es estar cuando hay que estar, cuando los demás se van o nadie ha llegado aún».
«No es sólo dar limosna, sino como repite el Papa Francisco, besar y dejarse besar, abrazar, tocarse. Cuando alguien sufre no necesita discursos, necesita cercanía«, reclamó a los presentes el fundador de Mensajeros de la Paz. «Y estar abiertos a los caminos que Dios te va trazando», sin poner demasiadas etiquetas ni pecar demasiado de moralistas e inquisidores. «Que el corazón te lleve adonde no pensabas que ibas a llegar«.
Estar abiertos a los nuevos caminos. «Es lo que más nos acerca a Dios, nos hace humanos y divinos. Es la llamada y la respuesta a las palabras de Jesús: tuve hambre y me disteis de comer». El hambre, que se pasa, hoy, en España, y que clama al cielo. «Lo dijo Tarancón hace 70 años, y ahora el Papa Francisco: no podemos callar ante los que pasan hambre, es una vergüenza«. El padre Ángel agradeció la presencia en la Iglesia y el mundo actuales de Bergoglio, que «está removiendo las conciencias de todos, responsables en parte por acción u omisión» de esta «maldita crisis». Y también, cómo no, de su solución.
«Francisco es como el párroco de mi pueblo, sus gestos son todos una encíclica. Es el mejor portavoz de los necesitados«, clamó el sacerdote, quien pasó a denunciar la difícil situación que vivimos en España. «Sólo nos adelanta Rumanía en pobreza infantil, casi el 30% de la población española se encuentra en situación de pobreza. Son datos que dan miedo, y que no están a miles de kilómetros, sino tal vez en nuestro mismo portal».
«Ahora que tanto se habla de crecimiento, tenemos un grave problema, que debemos solucionar antes de pensar en crecer», denunció el padre Ángel, confesando que en su organización «cada vez recibimos más solicitudes de ayuda, más peticiones de empleo. Yo no pensaba que después de 50 años tendría que abrir comedores solidarios en España, como aquellos que conocí en la posguerra«.
Y es que «la pobreza no sabe de números y por eso no salen las cuentas«, denunció Ángel, que criticó a los que todavía hoy únicamente ven a la carne, el mundo y el demonio como «los enemigos del hombre». «Hay un cuarto enemigo, que sí molesta más, que es la burocracia. Cada vez hay personas que no tienen ni para renovar su carnet de identidad».
«Tal vez hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, o hicimos castillos sobre cimientos de arena. Pero no caben reproches si la aspiración era tener una vida más cómoda. No sé quién son los causantes, pero sí los que los sufren«, añadió, reflexionando sobre la cruda realidad de que «por primera en en la historia, una generación va a vivir peor que sus padres» sin que medie una guerra.
Frente a ello, el padre Ángel hizo un elogio de «la solidaridad de los particulares, los amigos, las familias… Gracias a esa ayuda mutua, sincera, miles de españoles tienen cuatro paredes, comida una vez al día… Tal vez por eso más de cinco millones de españoles no se han echado a la calle».
En este punto, clamó al gobierno «más fondos a la lucha contra la exclusión social, y no tantas amenazas de recortes«, a todos los niveles. En el económico, pero también en el de los derechos. Y volvió a poner al Papa como ejemplo. «Francisco tuvo la valentía de llamar a una mujer casada con un divorciado y que quería comulgar: y a quién haces daño…» «Hay que tener esperanza en este san Francisco, que es un hombre de Dios».
«La mayor fuente de solidaridad es la familia. Lo diga quien lo diga, aunque lo digan en la plaza de Colón, no está en crisis la familia. Bendita sea la familia», clamó el religioso. «Y no sólo la familia tradicional. Sería absurdo que ante la realidad social del siglo XXI, defendiéramos y valoráramos sólo un tipo de familia. A veces la vida, y Dios mismo, nos pone otras familias en nuestro camino, otros modelos de familia que son referente social y apoyo personal, y ayudan al equilibrio. La familia es la institución más valorada de los españoles, y en ellos los nuevos modelos, algunos más viejos como el mundo».
«Hablo de la uniones civiles, de hijos de diversos padres, personas divorciadas, hombres y mujeres que viven juntos«, señaló el religioso, quien confesó que «la misión de los curas y de los obispos es bendecir y no maldecir. No entiendo cómo uno pueda bendecir un coche, una casa o un perro en San Antón, y no cuando se bendice a dos personas que se quieren». «Yo sigo bendiciendo a todas esas parejas, y no digo casando, porque los que se casan son ellos, los sacerdotes son ellos.», proclamó. «y no por eso me considero un hereje. A veces hay que pedir perdón antes que pedir permiso», concluyó.