Los políticos estaban mirando la imagen de la Virgen que ampara y protege a aquellos que los gobernantes valencianos dejan desamparados
(Josep M. Bausset)- El pasado 7 de marzo, cuando acabó la concentración de protesta contra el Gobierno del President Alberto Fabra, un grupo de familiares de enfermos dependientes se encerró en la basílica de la Virgen de los Desamparados de València. Oportunamente, el arzobispo Carlos Osoro atendió las reclamaciones de estas personas, comprometiéndose a llevar las quejas de los dependientes al Gobierno del Sr. Fabra.
Los familiares de los enfermos dependientes que se encerraron en la basílica, decían que eran católicos y que pedían la protección y el amparo de la Iglesia, ante la actitud inmoral del Gobierno Valenciano, que deja desamparados a los más desvalidos de la sociedad.
Por eso me pareció indecente que los gobernantes valencianos, desde el President Fabra al President de las Cortes Valencianas, estuviesen en la primera fila el pasado día 6, cuando en la basílica se mostró la restauración de la imagen de la Virgen de los Desamparados. Los políticos estaban mirando la imagen de la Virgen que ampara y protege a aquellos que los gobernantes valencianos dejan desamparados.
Para misas y procesiones, en primera fila. Pero después ahogan a los enfermos dependientes con una política mezquina i indecente a base de recortes y el copago.
El President del País Valenciano y sus Consejeros (sobre todo la Consejera de Bienestar Social) pasando por la alcaldesa de València y por el President de las Cortes Valencianas, habrían de oír las palabras del papa Francisco, cuando en la exhortación, La alegría del Evangelio, nos pide «cuidar a los más frágiles de la tierra«. (209).
Es un escándalo que los gobernantes del País Valenciano dejen desamparados a las personas más frágiles de nuestra sociedad. Por eso no hacen ningún caso de las palabras del papa, que pueden aplicarse a las familias de los dependientes valencianos. Las palabras del papa están escritas para aquellos que desprecian a los pequeños y pobres. Estas palabras puede que estén escritas pensando en los gobernantes valencianos: «Les molesta que se hable de ética, molesta que se hable de solidaridad, molesta que se hable de la dignidad de los más débiles, molesta que se hable de un Dios que exige un compromiso por la justicia». (203).
La devoción a la Virgen de los Desamparados no consiste en ir a procesiones, sino que la devoción a la Virgen nos exige antes que nada, la atención y la solicitud por las personas más frágiles de la sociedad.
Nuestros gobernantes habrían de recordar las palabras del Eclesiástico: «No rechaces al que te pide porque lo necesita«. (Ecli 4:4)
Y el arzobispo de València que con solicitud acogió a los dependientes, junto a los otros obispos valencianos, de una vez por todas habrían de denunciar públicamente la política de despilfarro de la Generalitat Valenciana, con Fórmula 1, másters de golf, o Copa de América, que deja desamparadas a las persones que más necesidad tienen de ayuda y de protección.
La patrona de València es la Virgen de los Desamparados, la Virgen de los que no cuentan para nadie, la Virgen de los que sufren. La patrona de València no es la Virgen de los opresores. La patrona de València es la Virgen que ampara a los humildes y a los oprimidos. La patrona de València es la Virgen que derroca a los poderosos del solio y ensalza a los humildes.
Por eso el origen de la Cofradía de la Virgen de los Desamparados, una cofradía que este año cumple seis siglos, era la de acompañar el féretro de los ajusticiados. Y así se explica la inclinación de la cabeza de la santa imagen, ya que iba sobre el cuerpo de aquellos que iban a enterrar. La Cofradía tambien amparaba a los dementes que vivían en la miseria. Es por eso que la Virgen de los Desamparados ampara a los más desvalidos de la sociedad. Es la Virgen solidaria con el dolor de los que no cuentan para nadie.
Por eso, este año, en la fiesta de la Virgen de los Desamparados, el segundo domingo de mayo, en la Misa d’Infants y en la procesión de la Virgen, el arzobispado no habría de admitir a los políticos valencianos, mientras continúen desamparando a los preferidos de Dios: los enfermos, los pobres, los inmigrantes y los parados.