Hay muchos que desean que este viaje fracase. Muchos otros, en cambio, lo vemos como una oportunidad para un mundo nuevo, que necesita encontrarse, confrontar ideas y resurgir de la mano
(J. Bastante).- Francisco acaba de aterrizar en Jordania, en la primera etapa de un periplo histórico que le llevará a Palestina e Israel. Durante 55 frenéticas horas, el Papa lanzará un claro mensaje por la paz en Oriente Medio, clamará por el cese de la violencia en Siria y pedirá una solución definitiva al conflicto árabe-israelí sobre la base de dos estados, Palestina e Israel, que puedan vivir juntos y en paz.
Será un viaje peligroso, aunque este Papa no tiene miedo y continuará viajando a pecho descubierto, ya sea en Ammán, en Belén o en Jerusalén. Con momentos especialmente tensos, como su visita al Muro de las Lamentaciones o el traslado desde Belén a Tel Aviv (un fracaso de la organización, pues apenas existen ocho kilómetros entre el lugar donde nació Jesús y Jerusalén. Pero no ha sido posible que el camino se hiciera en automóvil).
El ecumenismo también tendrá un notable peso en el viaje papal. Francisco estará acompañado, además de por el rabino Skorka y un líder musulmán, por todos los patriarcas de las Iglesias orientales, y habrá un histórico encuentro en la Basílica del Santo Sepulcro con el patriarca de constantinopla y los líderes cristianos de una Tierra Santa donde profesar la fe en Cristo cada vez resulta más difícil.
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