Los judíos creyentes, que mantuvieron su fe tras exilio y persecución, fueron por siglos (y lo siguen siendo) testigos de Dios porque aceptan el martirio y esperan, en amor y no en resentimiento, la resurrección o culminación mesiánica
(Xabier Pikaza).- Los cristianos no podemos rechazar nunca a Israel, porque es nuestro principio, el punto de partida de la fe cristiana. Jesús fue un yahvista radical, un hombre coherente, en la línea de la fe y de la esperanza de sus antepasados judíos.
Pero, al mismo tiempo, muchos nos sentimos muy confusos ante la forma que ha tomado en los últimos decenios la política de Israel. No es un «pecado ajeno», no es culpa de otros. Esa actitud de Israel forma parte de nuestra propia identidad cristiana, es un valor y un riesgo de nuestra misma fe mesiánica.
En esa línea, con ocasión del viaje del Papa Francisco y de su presencia entre los varios grupos sociales y religiosos de Israel/Palestina y de su entorno quiero ofrecer unas reflexiones, en la línea de otras que he venido presentando en este blog.
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