El Episcopado denuncia el número de parados, los índices de pobreza y "los recortes de los derechos sociales" y, a la vez, hace un llamamiento a "abrir los ojos al sufrimiento de los más pobres" y a "construir juntos espacios de esperanza"
(Jesús Bastante).- El Rey don Juan Carlos abdica. Lo ha anunciado esta mañana el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, minutos antes de que arrancara en la Casa de la Iglesia una rueda de prensa con motivo del Corpus Christi. Antes de arrancar la misma, el portavoz episcopal, José María Gil Tamayo, anunció la iminente publicación de una nota del Comité Ejecutivo de la CEE en la que «se valorará con un reconocimiento profundo y un agradecimiento a la trayectoria de Su Majestad el Rey en la jefatura del Estado, al servicio de los españoles y sus pueblos».
Gil Tamayo valoró «el servicio y la entrega generosa a nuestro país, y a toda la nación española», de don Juan Carlos, al tiempo que manifestó su «confianza en el sucesor, el príncipe de Asturias» en este «acontecimiento trascendental para la via y la normalidad democrática de nuestro pueblo, tan consolidada».
Por su parte, Juan José Omella, obispo responsable de Cáritas, manifestó que, «como ciudadano y obispo, me ha pillado muy de sorpresa, lo primero es agradecer la labor que ha hecho el rey, lo segundo rezar y dar las gracias por toda su labor».
El presidente de Cáritas, Rafael del Río, quien ha conocido personalmente a Don Juan Carlos, confesó su «grandísimo afecto personal». «Me da pena que lo deje, pero tengo que comprender que la edad es la edad, y llegan un momento que a uno no se le puede exigir más de lo que puede».
Sobre la posible participación de la Iglesia en la futura coronación de Felipe, Gil Tamayo apuntó a la «independencia y colaboración». «Estamos a disposición de lo que señalen el protocolo de Estado y las autoridades», subrayó. «Pediremos por nuestras autoridades, por nuestro futuro rey, y cómo no lo vamos a hacer por don Juan Carlos y doña Sofía», así como «por el futuro rey y su esposa».
La abdicación real dejó en segundo plano la presentación de un documento en el que los obispos españoles empiezan a impregnarse del «efecto Francisco» y su deseo de una Iglesia pobre y para los pobres. Al menos esta es la impresión tras leer su mensaje con motivo de la celebración del Corpus Christi, que en estos momentos se presenta en Madrid y en la que el Episcopado denuncia el número de parados, los índices de pobreza y «los recortes de los derechos sociales» y, a la vez, hace un llamamiento a «abrir los ojos al sufrimiento de los más pobres» y a «construir juntos espacios de esperanza».
El acto de presentación tuvo lugar en la sala de prensa de la CEE, y en el mismo el secretario general del Episcopado, José María Gil Tamayo, entregó al presidente de Cáritas, Rafael del Río (en presencia del obispo responsable de Cáritas, Juan José Omella), un cheque por un montante total de 6 millones de euros, que desde 2008 los obispos detraen de sus presupuestos como ayuda especial para esta asociación. Desde el comienzo de la crisis, Cáritas ha recibido de la CEE casi 26 millones de euros.
En su mensaje, los obispos de la Comisión Episcopal de Pastoral Social invitan, desde «el misterio de amor y de esperanza, que es la Eucaristía» a toda la sociedad española, a todos los cristianos, y de manera especial a cuantos trabajan en la acción caritativa y social, «a abrir los ojos al sufrimiento de los más pobres» y a «escuchar el clamor de los pueblos que padecen hambre y a construir juntos espacios de esperanza».
Pero la caridad, subrayan, «comienza por abrir los ojos a la realidad». Una realidad «que se puede mirar y valorar de diferentes maneras». Podemos verla «desde el beneficio de las grandes empresas, desde el fluir de los préstamos bancarios, desde los intereses del mercado, desde la reducción del déficit y los resultados macroeconómicos«. Pero también podemos leerla «desde el número de los parados, desde los desechados por el sistema, desde las rentas mínimas, desde los índices de pobreza, desde los recortes de los derechos sociales«.
Los obispos, siguiendo la propuesta del Papa Francisco, quieren ver la realidad «con los ojos de Dios» y desde el lado de los pobres. Así, alertan sobre algunos indicadores que les parecen preocupantes, entre ellos, «el aumento progresivo de la desigualdad, por la reducción de los servicios sociales, por las dificultades para acceder a la vivienda, por la bajada en el nivel medio de la renta, por el índice creciente de la pobreza infantil», situaciones ante las que «no podemos quedar inactivos ni sumidos en la indiferencia y el desaliento«.
Esto, hoy en día, se traduce en la necesidad de «construir espacios que sean germen de un futuro distinto y generen esperanza«. Para ello, los obispos invitan, en medio de una sociedad asfixiada por la crisis, a un cambio en los hábitos alimentarios evitando su desperdicio; a defender los derechos de los más pobres aún a costa de renunciar los más favorecidos a algunos de sus derechos; a crear una nueva mentalidad que nos lleve a pensar en términos de comunidad y a dar prioridad a la vida de todos sobre la apropiación indebida de los bienes por parte de algunos; a contribuir a una economía al servicio del ser humano, no del dinero y el mercado; y a promover el desarrollo integral de los pobres y cooperar para resolver las causas estructurales de la pobreza.
Los obispos señalan que Cáritas quiere «ayudarnos a tomar conciencia del gran papel que jugamos cada persona, cada familia, cada comunidad, en este momento de la historia». Y concluyen su mensaje con unas palabras del Papa: «no os dejéis robar la esperanza» y animando, desde el misterio de la Eucaristía, «en este momento de nuestra historia, a mirar la realidad desde los pobres, a escuchar su clamor y a generar cada día pequeños espacios de esperanza«.