(José M. Vidal).- «No habrá paz entre las naciones sin paz entre las religiones». Es el axioma que viene repitiendo, desde hace décadas, Hans Küng, el teólogo católico disidente impulsor de una ética mundial. El Papa Francisco parece compartir su opinión. Y quiere demostrar, con el gesto de una oración compartida, que, efectivamente, las religiones no son parte del problema ni su causa, sino parte de la solución. Incluso en Tierra Santa, donde las guerras y los conflictos hunden sus raíces en la época de Abraham.
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