El compromiso moviliza y descentra, solidariza activamente con los abandonados en las cunetas de la sociedad indolora
(José Moreno Losada)- Llevaba tiempo dejándome llevar por las llamadas del diario HOY anunciando los lugares mágicos y misteriosos de Extremadura para el verano, seleccionando esta garganta de Cuartos en Losar de la Vera de la que estoy disfrutando ocho días de verdadero paraíso y lujo sencillo de una naturaleza que te abraza en la sonoridad, la luz, la temperatura amigable, el color, así como la cercanía y la familiaridad de un pueblo que te seduce y que hace que te sientas en tu propia casa- gracias al obispado de Plasencia-.
La gente me mira con sonrisa amplia cuando entro en el agua de la garganta bajo el puente de Cuartos y grito con todas mis fuerzas «Viva Extremadura». Pero me sale del alma. Hoy mismo, he estado en Viandar, Talaveruela y Valverde de la Vera en una caminata por parajes únicos y originales que te hacen vivir y sentirte parte de la tierra que pisas y gozoso de compartirla con los que te acogen y te saludan al paso.
Pero la grandiosidad del lugar se hace palabra y verdad en los jóvenes con los que comparto unas jornadas de formación, que por auténticas y originales son casi increíbles. Del mismo modo que estos lugares se hacen verdaderos en el encuentro sentido con ellos, desde la vivencia de una estancia en los mimos, así ocurre con esta cincuentena de jóvenes extremeños entre quince y treinta años que dedican ocho días intensos de formación en cuestiones que ellos mismos eligen y preparan previamente.
Yo los acompaño desde hace veinte años, soy testigo privilegiado de este espacio humano juvenil que considero único. Me centro en el grupo de universitarios, casi treinta, que este año tienen como tema central «jóvenes, líderes de hoy». Se organizan en un movimiento especializado de la acción católica de jóvenes estudiantes -JEC-, se plantean cuestiones de crecimiento personal humano y cristiano, situados en su mundo juvenil, estudiantil y social en claves de actualidad. Consideran que ante situaciones de especial dificultad, cuando toca vivir tiempos recios, resultan más necesarias aquellas propuestas que construyen un mundo más justo y sostenible.
Pero además de propuestas se necesitan procesos que, concretándolas y poniéndolas en funcionamiento, transformen la realidad mediante el compromiso de personas y colectivos que apuesten por la utopía y que no acepten la dictadura de los mercados sin control ciudadano ni la destrucción de la naturaleza por un consumismo egoísta e insolidario. Pero estas propuestas y los procesos necesitan de personas que se comprometan generosamente desde la clave del servicio y la entrega, que busquen el bien para todos desde las necesidades de los más vulnerables. Son las dinámicas que estos jóvenes quieren llevar a todos los espacios familiares, de amigos, barrio, pueblo, ciudad, país y al trabajo hasta las realidades más globales. Ellos saben que esto tiene una dinámica sencilla donde «gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo» (Galeano).
A lo largo de estos días, analizando la realidad y sus necesidades más fuertes, ellos están detectando que se precisan personas concretas que asuman el difícil servicio de actuar como líderes que animan, canalizan y acompañan estos procesos de cambio desde la clave de una humanidad más justa. Ellos entienden que hay que salir de la comodidad que acepta pasivamente la buena o mala suerte y es necesario convocar y convocarnos – los mismos jóvenes- al compromiso que moviliza y descentra, que solidariza activamente con los abandonados en las cunetas de la sociedad indolora. Ellos se están planteando, con claves evangélicas, si no están llamados a un servicio especial de liderazgo para que sea más viable un camino de proyectos emancipadores.
El evangelio de Jesús y el liderazgo que él ha mostrado, basado en el servicio, el compromiso, la opción por los últimos, la entrega, la gratuidad y la comunidad corresponsable, con una autoridad ganada en el ejercicio de la atención a los que sufren, está siendo el referente desde el que están reflexionando y profundizando, así como el testimonio que va desde Nelson Mandela a jóvenes anónimos que sin pretenderlo están siendo líderes que recuperan el verdadero sentido del liderazgo de lo humano y de lo fraterno en una sociedad en la que estamos llamados a la participación para que el mundo sea menos triste y más humano y justo.
Yo me siento testigo privilegiado del lugar, de la serenidad y la paz que me otorga el agua, la luz, el sol en esta garganta de Cuartos, pero sobre todo del milagro de estos jóvenes que buscan un tesoro siendo conscientes de que la riqueza mayor está dentro de ellos mismos, que han encontrado un referente de levadura y de semilla de vida que es imparable en el liderazgo evangélico de Jesús de Nazaret, que están dispuestos a fermentar y a sembrarse en todos los ambientes para que todos tengan más vida.
No me cabe la menor duda de que en ellos hay una luz que no podrá apagarse y que alumbrará en los institutos, la universidad, las profesiones, la sociedad, la política, la ciudadanía. La razón de creerlo es que ya son veinte años al lado de estos procesos y no puedo negar lo que se me ha hecho evidente en la vida. Dentro de unos meses me tocara defender públicamente un trabajo de tesis doctoral sobre un tema cercano del que estoy hablando en este artículo y os puedo asegurar que está lleno de vida, personas, nombres y también de lugares paradisiacos como estos de la Vera en Extremadura. Me siento agraciado y agradecido, literalmente salto de gozo y de alegría sobre estas aguas de la Vera, bautizado en el espíritu de estos jóvenes que me saben a resurrección y a esperanza.