Hay síntomas internos, sensaciones profundas, que te confirman si has descubierto el "agua del río" dentro de la Escritura
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(Jairo del Agua).- Nos habíamos quedado en una Escritura contaminada -por ser humana- y con una serie de dificultades para beber del «río» de la Palabra que la riega. Te había prometido continuar con algunas pistas para alcanzar el agua limpia. Veamos:
1. La Presencia: Es la que hace sagrada la historia de este Pueblo. Es como el sol que ilumina, calienta y fecunda una tierra oscura y primitiva. La historia es terrena, a veces perversa, incluido el NT. La voz que la intenta regenerar es divina.
A esa Presencia la he llamado «río» porque baña la historia de nuestra Familia desde el principio. Una Presencia que va ganando caudal hasta hacerse palpable, visible y audible. Entonces la Palabra misma nos llama cara a cara, nos interpela desde nuestra propia naturaleza.
Quienes nos dejan testimonio escrito adolecen también de defectos pero su Nuevo Testamento es más comprensible, limpio y fiable que el anterior. No podemos olvidar que el transcurso del tiempo perfecciona a los humanos y a la humanidad. Por eso «el Verbo se hizo carne» en el momento histórico en que podíamos entender mínimamente su mensaje. De no ser por esa natural progresividad humana el Padre hubiera enviado al Hijo mucho antes.
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