El enamoramiento del dinero es el más dañino, el más cruel, el más sádico, el más pernicioso, el más injusto para la sociedad y para uno mismo
(Faustino Vilabrille).- En la vida es necesario estar enamorado de alguien o de algo. De lo contrario se pierde el sentido de la misma. El problema es analizar bien de qué se enamora uno:
Hay enamoramientos gratificantes que nos hacen felices, nos llevan a ser generosos con los demás, a sentirnos solidarios e incluso capaces de arriesgar nuestras vidas a favor de gentes muy necesitadas, a sufrir con los que sufren, a gozar con los que gozan, a hacer proyectos de vida en común, a luchar por un mundo más justo e incluso dedicar toda la vida a esta tarea.
Por el contrario, hay otros enamoramientos que matan, hacen sufrir mucho, nos llevan por caminos equivocados. Incluso con ellos hacemos sufrir mucho a los demás hasta arruinar nuestra vida y la de ellos.
Pero sin duda el enamoramiento peor de todos es enamorarse del dinero hasta el punto de convertirlo en el dios de nuestra vida al que sacrificamos la honradez, la justicia, el respeto a los demás, la fidelidad a las personas, las mayores desvergüenzas. El enamoramiento del dinero nos lleva a robar, a defraudar, a sobornar, a adulterar, a mentir descaradamente, a burlarnos de la ciudadanía, a aprobar leyes injustas, a corromper la ética personal y social, a traficar con las personas, los animales, la naturaleza, … El enamoramiento del dinero es el más dañino, el más cruel, el más sádico, el más pernicioso, el más injusto para la sociedad y para uno mismo.
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