Esta historia no acaba con la llegada del padre Miguel. Ahora nuestro objetivo es que los que quedan allí están bien atendidos y organizar un dispositivo lo antes posible
(Jesús Bastante).- La última semana ha sido de las peores que se recuerdan en la casa de los hermanos de San Juan de Dios en Madrid. Los responsables de su ONGD Juan Ciudad, José María Viadero (y la responsable de comunicación, Adriana Castro) han tenido que administrar un caso delicado, que tocaba todos los límites de la debilidad humana, en las noticias del traslado del hermano Miguel Pajares y la situación del hospital San José de Monrovia, cerrado a cal y canto por el ébola.
Muchos compañeros han quedado atrás, víctimas de la burocracia y de ese doble rasero moral que da un pequeño papel sellado en forma de pasaporte. Miguel Pajares y la religiosa Juliana Bohí lo tenían, y eso les permitió ser repatriados por España.
Ahora, ambos -el sacerdote infectado, y la religiosa no- se recuperan en el Hospital Carlos III de Madrid. Las hermanas Paciencia y Chantal -que contrajeron el virus- y el resto del personal continúan aislados de Monrovia, cuna del «castigo de Dios», como lo han definido algunos responsables eclesiásticos del país.
«Miguel está triste por tener que regresar sin los demás«, apunta Viadero, quien asegura que «hemos hecho lo imposible» por conseguir las mejores condiciones para el personal y los hermanos no españoles.
La decisión del Gobierno español de repatriar sólo a aquellos religiosos con nacionalidad española ha sido complicada para todos, especialmente para el padre Miguel pues él dijo desde el principio que no saldría de Liberia sin las demás religiosas. Con él están las hermanas Juliana, guineana de nacimiento pero con nacionalidad española, Paciencia, también guineana, y Chantal, de la República Democrática del Congo.
Son precisamente estas dos últimas las que también están infectadas por el ébola. Sin embargo, ellas se han quedado allí, porque como ha insistido la directora general de Salud Pública, Mercedes Vinuesa, las repatriaciones sólo se hacen con nacionales.
«Ahora mismo, su pesar es más afectivo que físico«, añade el responsable de Juan Ciudad. Miguel Pajares se recupera en Madrid. Otros esperan un golpe de suerte en Liberia. «Esta historia no acaba con la llegada del padre Miguel. Ahora nuestro objetivo es que los que quedan allí están bien atendidos y organizar un dispositivo lo antes posible», apunta el religioso, quien durante la rueda de prensa de ayeradmitió que el debate sobre la legitimidad de la medida es compleja. «Por muchas cosas. Por problemas éticos, problemas morales», apunta. «¿Por qué estos sí y los que están allí muriendo de un simple catarro no? Es complicado», reconoce Viadero.
«Los dos religiosos que hemos traído han venido porque fueron ellos los que lo pidieron. De lo contrario tal vez hubiéramos contemplado otra cosa», cuenta. «En mi opinión, pero esto es algo personal, desde el punto de vista sanitario de esta enfermedad, lo más sostenible y lo más racional hubiese sido quedarse allí», prosigue.
Sin embargo, prefiere centrarse en el regreso a África. «La alerta de la OMS creo que nos va a ayudar porque hace ponerse las pilas a nivel mundial», opina Viadero. A continuación, retoma las palabras del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, sobre la crisis del ébola como una «prioridad». «Me parece bien pero igual lo tenía que haber dicho antes. Ahora hay casi 1.000 muertos. Pero, bueno, creo que nos facilitará nuestro trabajo allí», apunta.