propongo un movimiento social en España que apoye la candidatura del Hermano Miguel de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios y de las Religiosas Misioneras de la Inmaculada Concepción al premio Príncipe de Asturias
(David López Royo, director de El Correo de Andalucía).- África continente de contrastes y de esperanza. Esperanza que se pierde. Una zona, la del ébola, en donde las ilusiones se rompen. África se marchita. África una voz, una llamada y, sobre todo, una pregunta: ¿qué pasa en África?
Estos días, de nuevo África no queda arrinconada. Es, sin buscarlo, portada en los medios de comunicación. Sí, una parte de África que es balcón al Atlántico ha llamado a nuestro paisaje de España, de Europa, de Estados Unidos y del mundo entero.
Lo sé por experiencia, nadie me lo ha contado. Lo he vivido y, además, marcó mi vida. África es un continente que apasiona y enamora. Te hace sentir de una manera especial y, sobre todo, te cuestiona.
En África desde hace siglos siempre han estado personas que, en su condición de religiosos, han llevado progreso humano y social intentando aportar lo mejor de ellos mismos en campos tan necesarios como son la salud y la educación. Las instituciones de las que forman parte nunca, nunca; pero tomen nota, nunca, han abandonado a las personas en situación de vulnerabilidad social. Países del maravilloso continente africano en situación de conflicto social siempre han contado con la gran generosidad de personas como el Hermano Miguel de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, al igual que con religiosas entregadas como las Misioneras de la Inmaculada Concepción. Me vienen a la mente tantísimas congregaciones religiosas presentes en África.
Liberia es un país, al igual que otros países africanos, que solamente han sido noticia o siguen siéndolo por los conflictos bélicos o situaciones de emergencia sanitaria como la que está ocurriendo en estos momentos.
Miguel, Hermano de San Juan de Dios, llevaba años y años trabajando en África y, además, es miembro de una institución que en el mundo realiza una gran misión social y sanitaria.
La vida entregada y generosa del Hermano Miguel como la de las religiosas Misioneras de la Inmaculada Concepción había pasado desapercibida para el conjunto de los ciudadanos españoles y para los políticos. Sí, ignorada por los países desarrollados. Sin embargo su trabajo era altamente reconocido por infinidad de ciudadanos de Liberia, porque su saber estar significaba poder salvar muchas vidas que por causas sociales y de enfermedad estaban abocadas a una situación límite.
África se muere, lo vemos todos los días porque no hay un día que no esté presente este continente a través de todos los inmigrantes que llegan a nuestra frontera, que no es otra que la frontera de Europa.
Sin embargo nuestra sensibilidad está escondida. Únicamente nos hallamos preocupados por nosotros mismos. Deberíamos tener una gran tristeza por lo que dejamos de hacer y por lo que somos incapaces de ser.
El ébola llama a nuestras puertas y a nuestros corazones. El Hermano Miguel y las religiosas Misioneras de la Inmaculada Concepción nos han despertado, y nos hacen con mucha humildad y respeto la siguiente pregunta: ¿Quieren Vds. apoyar a África?
Nos dan, al mismo tiempo, la siguiente respuesta: Miren a África con cariño, afecto, generosidad y, sobre todo, con ganas de hacer que este continente pueda despegar de su letargo y de su pobreza. Hagan, de una vez, las cosas bien logrando que estos países puedan tener oportunidades de progreso social, económico y político.
Sin embargo el debate, triste debate y, casi seguro, con mucha hipocresía se planteó sobre el coste de la repatriación; pero, cómo a estas alturas nos podemos hacer esta pregunta; de dónde ha salido la misma. Nuestro país gracias a la acción generosa de muchísimas personas que, por su condición de religiosos y religiosas, están trabajando en sectores como la sanidad, la educación y la atención social en muchos países muy empobrecidos tiene un alto nivel de reconocimiento social y humano.
Que un gobierno se plantease que el costo, en parte, tenía que ser asumido por la Institución religiosa, no dejaba de ser una barbaridad ¿Dónde está nuestra sensibilidad hacia el trabajo de entrega de todas estas personas que llevan la bandera de España en países socialmente vulnerables?
Que algunas personas de nuestra sociedad, por el hecho de repatriar a unos religiosos, generaran la opinión de que el pago de esta factura se hiciera por parte de la Instituciones religiosas, también nos debería entristecer.
Nos hemos olvidado de la solidaridad y de la justicia social, no lo digo por el Hermano Miguel que él con toda seguridad nunca se planteó el llegar a todos los rincones de España y del mundo por una enfermedad; no lo digo, tampoco, por las religiosas Misioneras de María Inmaculada; lo digo por la infinidad de personas que se han quedado en África, en ese país que es Liberia y en los otros países en donde la enfermedad también está teniendo presencia, Sierra Leona y Guinea.
Lo señalo por todas esas personas que, por la situación de pobreza que existe en sus territorios, no tendrán ninguna oportunidad de ser tratados adecuadamente.
Nuestro mundo es un mundo lleno de terribles contrastes, en donde poco o muy poco nos importa la situación de aquellos que están peor que nosotros. Nuestra capacidad de reflexionar se queda meramente en lo externo y anecdótico.
Nuestros políticos se debaten en temas que muy poco sentido tienen para el conjunto general de la población y, cuando, llega el caso de medirse lo hacen con mucha mediocridad como la que se ha demostrado en el caso del ébola; aquí no hago distingo de partidos políticos; casi ninguno ha estado a la altura de las circunstancias. No me extraña que algún partido les esté adelantando sin enterarse muy bien por qué.
Señores hay que tener valentía y demostrar que se quieren hacer las cosas por razón de Estado; pero ¿tanto miedo tenemos a ser ciudadanos de un país como España? ¿qué nos está pasando?
La razón de Estado está, además, avalada por una realidad: Cuestión de Humanidad.
Repatriar a unos ciudadanos españoles que han demostrado con creces su valentía humanitaria y social debería de ser un gran punto de motivación para sentirnos orgullosos de ser parte de un país como España.
Pero voy más lejos todavía, nuestro país debería ser uno de los que actuará con fuerza y energía en el conjunto de la Unión Europea para lograr establecer un plan de trabajo sanitario y sociosanitario en estos países socialmente destrozados de África. No tengamos miedo a ello.
Yo pediría más capacidad creativa, y establecería con la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios y con otras instituciones sociales de origen español presentes en estos países un Plan de Intervención y Desarrollo Sanitario y Sociosanitario. Un plan consensuado con los gobiernos, con Naciones Unidas y con la Organización Mundial de la Salud. Aprovechemos nuestra oportunidad de hacer el bien y de demostrar al mundo que somos capaces de realizar cosas diferentes a las que desarrollan los demás.
Y para terminar propongo un movimiento social en España que apoye la candidatura del Hermano Miguel de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios y de las Religiosas Misioneras de la Inmaculada Concepción al premio Príncipe de Asturias sobre la Cooperación y la Concordia. Unos premiados en representación de todos los que fallezcan por esta enfermedad.
Sería un premio por cuestión de humanidad porque lo que es terriblemente cierto es que las personas, hermanos de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, religiosas Misioneras de la Inmaculada Concepción y personal sanitario del hospital han dado su vida por los demás. No pudieron ser repatriados por sus países de origen ¡Qué gran tristeza! Es la amargura de no contar con recursos en los mismos ¿no nos debería motivar esto a cumplir con lo propuesto en el párrafo anterior?