Resulta una tortura para los fieles asistir a mensajes escandalosos por parte de quienes sólo tienen que tener como objetivo acercar a los hombres a Dios
(Carmen Bellver)- Podría decir como en la famosa canción de Alejandro Sanz: «Tengo el corazón partío». Vengo asistiendo durante años a lo que parece «El día de la marmota»,esa película donde el actor vive una y otra vez la misma situación. Pues lo mismo sucede sobre las religiosas «desnortadas» que plantan cara al Vaticano y el aggiornamento que todas con mayor o menor dimensión han ido llevando a cabo. Y que llama más la atención que el de la rama masculina. Pero por motivos exclusivamente sociológicos. Porque lo que muchos esperan de una monja es que sea sumisa, callada y obediente. Y que rece mucho, claro. Sin embargo, han ido rompiendo esquemas. Son teólogas, médicos, profesoras de Universidad, periodistas. Podríamos dar el nombre de unas cuantas. Pero seguramente nos dirán que esas también son desnortadas. No quiero entrar en ese debate que además no es exclusivo de unas monjas. Sino que está hundido en las mismas entrañas de la Iglesia. Y forma parte de su evolución histórica.
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