Los caminos de Dios, los caminos de la Iglesia, los caminos de nuestra sociedad se entrelazan en una UNICA HISTORIA de la SALVACIÓN
Muy queridos hermanos y hermanas: Mientras ya se asoma la primavera con el despertar de la naturaleza y se respiran aires de chilenidad en el Mes de la Patria, la Iglesia nos insta a que este mes de septiembre sintonicemos con la naturaleza y con la Patria abriendo más seguido la Biblia para leerla, meditarla, amarla y asumirla como Palabra de Dios, Palabra de Vida.
Pareciera que nuestra religión es una «Religión de Libros»:
La Biblia para conocer la presencia y la acción fecunda de Dios a lo largo de la historia humana que culmina con Jesucristo, el Dios—con—nosotros;
El Catecismo para sistematizar ordenadamente la doctrina de nuestra fe (en QUIÉN y en qué creemos);
Los Misales para celebrar los signos de la presencia de Dios en nuestra vida hecha liturgia (Misa, sacramentos, bendicionario,…);
El Compendio de Doctrina Social de la Iglesia para proyectar y aplicar la Palabra de Dios y nuestra fe en las complejas realidades sociales, políticas, económicas, culturales, educativas,..;
El Derecho Canónico para reglamentar pastoral y jurídicamente la acción de la Iglesia hacia los bienes, las personas, las organizaciones, los Estados,…;
El Directorio Sacramental para orientar el cómo aprovechar al máximo la gracia de los sacramentos;
Los Libros de Economía para ordenar con transparencia y austeridad las platas de nuestras comunidades y de la Iglesia;
los Libros de Crónicas para marcar los hechos sobresalientes que escriben la historia de la Iglesia local, vicarial, nacional;
Los Libros de Actas para acompañar las decisiones que asumimos como comunidades cristianas;
Los Libros de Sacramentos para registrar los datos de los sacramentos celebrados en cada Parroquia y en la Iglesia local;
Y otros libros más que registran la vida eclesial.
Sin embargo nuestra religión está basada en la MEMORIA de traspasar de unos a otros los hitos esenciales de nuestra fe, y sobre todo en la EXPERIENCIA de nuestra vida, que discernimos como la acción salvadora de Dios que nos manifiesta su Amor, nos convierte a Él, nos hace proclamar la alabanza por la misteriosa y tan real acción fecunda de su Espíritu en hacernos DISCIPULOS de Jesús, PROFETAS de Buenas Noticias o maravillas de Dios en medio de su pueblo, MISIONEROS hacia “las fronteras” con los más alejados, marginados, indiferentes, y hasta con los “enemigos”.
Los caminos de Dios, los caminos de la Iglesia, los caminos de nuestra sociedad se entrelazan en una UNICA HISTORIA de la SALVACIÓN. Por eso, especialmente en este mes bendecimos a Dios por nuestra Patria, cuya historia (escrita, memoria o experiencia no escrita) reconocemos guiada por Dios, a pesar de nuestras torpezas, infidelidades, injusticias, maldades o pecados, que oscurecen y opacan el Reinado de Dios como Señor de nuestra vida y de la historia.
La Biblia escrita se terminó de escribir alrededor del año 100 después de Cristo (con el Libro del Apocalipsis), pero sigamos escribiéndola nosotros, hoy, con las más bellas experiencias de liberación de un iglesia misionera, profética, inserta en el mundo de los pobres, predilectos de Jesús, cuidando nuestra tierra para que sea el “Jardín del Edén” en que Dios se estremezca de ternura y alegría al pasearse en medio de su pueblo.
Cada uno de nosotros tenemos esta noble, gozosa y valiente responsabilidad como hijos e hijas de Dios, consagrados con su dignidad y gracia. Es lo que el Papa Francisco llama “la revolución de la ternura”, “la cultura del encuentro”. Otro mundo es posible y realizable, por nuestra fe viva, dinámica y creativa.
Les saluda con afecto y bendice,
LUIS INFANTI DE LA MORA, osm. Obispo Vicario Apostólico de Aysén