Descubrí que la Biblia es como un espejo donde me veo, me reconozco, me admiro, me arreglo...
(Juan Stefanow, svd).- En las facultades de teología, con los excelentes profesores y profesoras que tuve, aprendí a leer la Biblia. Conocí su historia, me familiaricé con su lenguaje, aprendí a reconocer sus géneros, fui descubriendo su estructura interna, sus entramados…
Pero fue con la gente sencilla, con quienes aprendí a leer la Biblia desde la vida y a iluminar la vida con la Biblia, a escuchar la Palabra de Dios. Con un campesino de Quinsaloma, que al escuchar varias veces la parábola del sembrador al final exclamó: «este sembrador estaba loco o borracho!, porque yo cuando siembro, siembro sobre la tierra cultivada y no sobre camino, piedras o juncos».
Descubrí a Dios como el «sembrador loco», loco de amor. También puedo comentar mi experiencia con un negro de la costa ecuatoriana, que al escuchar el texto sobre el eunuco etíope dijo: «Padre, uno de los nuestros!» y ante mi cara de sorpresa añadió «¿Ha visto Usted a algún etíope blanco?».
Descubrí que la Biblia es como un espejo donde me veo, me reconozco, me admiro, me arreglo…
Biblia y vida, vida y Biblia, se encuentran, se entrelazan, se preguntan, se iluminan – Dios nos habla…
Juan Stefanow, svd
Biblista y Secretario General de la Federación Bíblica Católica.