Es hora de hacer algo más que contar el número de víctimas; es hora de involucrarse -involucrarnos,- para poner fin a esta violencia contra los migrantes desesperados donde Europa es el destino más peligroso del mundo para la migración irregular
(J. L. Pinilla, sj).- La OIM publicó el 29 de septiembre un nuevo informe sobre las muertes de migrantes en todo el mundo: alrededor de 40.000 víctimas mortales desde 2000 aunque el número de víctimas mortales podría ser mucho mayor.
Menos mal que no lo hizo el 3 de octubre pues incorporaría al menos diez más (de ellos dos cadáveres recuperados) tras el hundimiento de una patera en el Estrecho justo en el aniversario de la tragedia de Lampedusa .
Los dos únicos cadáveres recuperados fueron enterrados con un responso del Vicario acompañado de Gabriel, delegado de Migraciones ambos de Cadiz-Ceuta . Es decir enterrados con el abrazo de Dios. Con el corazón abierto. Porque encontraron la muerte. » Y las puertas cerradas y no sabían dónde ir». Menos mal que al final al menos, surgieron personas de corazón abierto. «Esa puerta del corazón que es la más importante en estos momentos «. Lo dijo el papa el día anterior recibiendo a los supervivientes de Lampedusa
En el responso, el silencio atronador de sus familiares ausentes e ignorantes de lo sucedido. Aunque algunos pusieron las palabras y lágrimas de familiares y amigos sobre los féretros desconocidos. El vicario, el director del Secretariado de Migraciones de Cádiz y Ceuta con sus ejemplares miembros, y las Hermanas Vedrunas, ( ¡ Cuanta gente de Iglesia¡¡¡) varios inmigrantes del CETI – que recitaron también una oración musulmana- además de los trabajadores del cementerio y operarios de la Funeraria y los miembros de EAPN. Es decir cómo me escribió Gabriel : «Fuimos los que nos trasformamos en los familiares de los fallecidos. En esas madres o esos hermanos que no saben de sus muertes pero que fueron representados por hombres y mujeres con corazón y sentimientos que quisieron arroparles en esta despedida. Entre todos hicimos un corro para simbolizar que no estaban solos, que les rodeaba nuestro cariño y afecto, que queríamos llorarles como lo hubiera hecho su familia».
Los números de los desaparecidos (tanto importa la escalofriante cantidad de los 40.000 detectados como los diez de ayer ) engrosan otra epidemia. La epidemia del crimen y de la victimización.
Es hora de hacer algo más que contar el número de víctimas; es hora de involucrarse -involucrarnos,- para poner fin a esta violencia contra los migrantes desesperados donde la desarrollada Europa es el destino más peligroso del mundo para la migración irregular. En este sentido Italia nos da mil vueltas : La Operación Mare Nostrum ha salvado a cerca 142.000 personas que probablemente en su mayoría habrían muerto en el mar, la mayoría de Eritrea, Siria, Pakistán, Senegal, Libia y Sudán del sur. Aunque si hubiera pasillos humanitarios no existirían clandestinos y Mare Nostrum sería superfluo.
No sólo identificarlos en la muerte , como pedían al papa los de Lampedusa recordando su naufragio de hace un años porque «no sabemos dónde llorar a muchos de los nuestros» . Hay que identificarlos en vida cuando atraviesan fronteras . Saber de su historia, de sus huidas, de su hambre, de sus golpes…Saber si huyen de tiranos, o escapan de la hambruna o de la guerra. O de la prostitución obligada … Identificarlos para que no regresen ni los devolvamos a los horrores de donde muchos de ellos vienen ….
La paradoja es que, en un momento en que una de cada siete personas en el mundo es un migrante, la respuesta del mundo desarrollado (España también) ante la migración es tan escasa que produce vergüenza… la que gritó el papa Francisco hace un año
Pero la respuesta es el atronador silencio. Como el que ayer dominaba en el responso de Gabriel que me lo narraba diciendo , mientras unía mis lágrimas a las suyas : «Al término del responso, cuando abandonábamos el cementerio, empezaron a caer unas gotas desde el cielo: el llanto y las lágrimas de DIOS por los pobres de la tierra»
Enterrando muertos… enterrando vidas. Sus deseos, sus razones, sus derechos, sus gritos, sus sueños, su memoria, su historia». Las gotas de agua del hisopo seguro que regarían sus cuerpos y llegarían hasta un mar lleno de cruces invisibles, como si de un cementerio marino se tratara.
Pero que queden tranquilos los que no hacen nada , los que impiden proyectos vitales , los traficantes de vidas, los que las estigmatizan , los que no los ven como hermanos , los que tienen otras prioridades que alojan la justicia social a la última posición, (en contra de la Doctrina Social de la Iglesia )…porque para los que destrozan la justicia compartida y el bien común siempre habrá cementerios marinos, donde esconder cuerpos y conciencias
La cruces de los dos ataúdes estallaron cuando cayeron las primeras gotas del atardecer recogiendo la desesperanza que se torna en indignación. Entonces millones de astillas de cruces cayeron sobre el mar y sobre el mundo. Por eso ahora todos llevamos la astilla de una cruz. Quizás fabricada con alambradas y fronteras. Poco a poco nos las iremos quitando. Primeros las del mi prójimo. Luego las nuestras. Para hacer realidad lo que el Papa desea en su mensaje para la Jornada mundial del Emigrante y refugiado de 2015 «Una Iglesia sin fronteras, madre de todos»
Cada Estado tiene derecho a proteger sus fronteras y a decidir quién entra y quién no. Pero la protección internacional debe estar garantizada,
Tras un año de la tragedia de Lampedusa todo sigue igual. Perdón .. No todo sigue igual. Las cifras estadísticas siguen subiendo . Hoy, diez más que pasan desapercibidos, como lo hacen los números estadísticos pequeños . Desapercibidos, olvidados, antesala de otros dos más, y otros dos más y…
Es vital para los cristianos , gustar y sentir ,como muere Dios y resucita en ellos ; Pero desde ahí veremos que lo más urgente es evitarlo.