Los opositores al Papa han hecho de la doctrina una verdadera trinchera ideológica
(Marco Antonio Velásquez)- Con la misa del domingo en Roma, presidida por el papa Francisco, ha comenzado el esperado Sínodo de la Familia. Comienza un Sínodo cuya preparación ha estado precedida de fuertes y crecientes vientos de oposición al papa.
Para algunos, el Sínodo puede ser un buen momento para expresar sus desacuerdos con el estilo de gobierno y con la «revolución de la misericordia» que ha caracterizado el pontificado de Francisco. En tal sentido, el tema del Sínodo: «Los desafíos pastorales sobre la familia en el contexto de la evangelización», parecen ser propicios para hacer sentir una oposición de carácter más orgánico al programa de reformas del papa.
Junto al objetivo de los desafíos de la familia, no es descartable que algunos estén viendo en este Sínodo una oportunidad privilegiada para alinear a futuras cordadas cardenalicias que puedan marcar el rumbo de un próximo cónclave.
Una larga lista de desencuentros y desacuerdos con el estilo del papa Francisco -desde la liturgia hasta la Evangelii gaudium, pasando por sus gestos de acogida hasta cuestiones económicas- ha reagrupado a quienes fueron causa de tropiezo para Benedicto XVI, y quienes le dieron justificados motivos para presentar su renuncia.
Lamentablemente, en este Sínodo, junto con el interés pastoral, se han puesto en juego cuestiones políticas y de poder eclesial. Mientras unos dan la cara en cuestiones pastorales, otros invisibles utilizan el Sínodo para aunar descontentos.
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