El único modo de evitar el derramamiento de sangre de los pueblos es enfrentar con firmeza a los injustos
(Misna)- «El terrorismo no está ligado al Islam ni a ninguna otra religión divina. Se trata de un órgano con gangrena, que no tiene otra cura que la amputación. Con la gracia de Alá, nos estamos organizando para amputarlo, con el fin de proteger a nuestros jóvenes de ideas extremistas», dijo el rey saudita Abdullah Bin Abdulaziz, en un discurso ante los líderes de los países islámicos, y dignatarios musulmanes, en un encuentro anual celebrado en estos días de festividades islámicas en el palacio real de Mina.
El monarca también destacó que «el Islam es una religión de amor y paz, una religión que se esfuerza por el diálogo y la coexistencia. Es la religión que denuncia el odio y la intolerancia». Abdullah exhortó a los padres y docentes a desempeñar un papel eficaz en la protección de las generaciones más jóvenes. «Todos somos responsables de su guía y esperamos que los estudiosos, los predicadores, y los pensadores de la Ummah (comunidad islámica) sean ejemplos para los jóvenes, mostrándoles el modo adecuado de comprometerse en el diálogo. También debemos convencer a los musulmanes de que el islam defiende la tolerancia y la moderación«, agregó Abdullah, señalando el papel central de las madres en este campo educativo. «Una escuela que los niños siguen desde su más tierna edad», destacó el rey.
«El diálogo finalmente evita el derramamiento de sangre y evita la desunión, la ignorancia y el extremismo. También esperamos que el Centro para el diálogo interreligioso e intercultural pueda producir resultados fructíferos para erradicar el terrorismo que ha causado tanto sufrimiento en todo el mundo, en particular en el mundo islámico. (…) En algunas partes del mundo se derrama sangre de gente inocente. Otras personas son alejadas de su patria y se abusa de sus derechos. El único modo de evitar el derramamiento de sangre de los pueblos de nuestra Ummah islámica es el de enfrentar con firmeza a los injustos. Sólo de ese modo seremos capaces de restablecer la unidad de la Ummah islámica y de poner fin a los conflictos, a los enfrentamientos y eliminar tensiones y la desunión. Sólo entonces -concluyó el monarca- el mundo podrá gozar de seguridad, paz y amor».
