No quisieron casarse hasta no poder ofrecer una fiesta en el lugar donde vivirían para siempre
(Jorge Costadoat)- Es dura esta pregunta. Lo sé. Dura con los pobres. Les puede ser hiriente. Pero esta pregunta no es contra ellos. Ellos lo saben.
En América Latina, en Chile en particular, es normal que los pobres vayan formando su familia de a poco. Cuando la vida ha podido sonreírles, llegan a tener su casa propia y, si son católicos, se casan por la Iglesia. No hay nada más maravilloso que un matrimonio religioso celebrado después de haber hecho un largo camino, de sumo esfuerzo, con todo el viento en contra. El mejor de los mundos es haber llegado a este punto, habiendo educado a sus hijos y tener todavía fuerzas para cargar con los nietos.
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