Osoro tuvo pareja seria y estuvo pensando en crear una familia. Quizás por eso entiende más y mejor la vida actual
(José M. Vidal).- ¿Quién es Carlos Osoro, el nuevo arzobispo de Madrid, de dónde viene, a dónde quiere llevar a la Iglesia española, qué piensa de la vida, de los pobres, de la política? Éstas y otras muchas preguntas las contesta Jesús Bastante, redactor jefe de Religión Digital, en su libro ‘Carlos Osoro, el peregrino‘, presentado esta tarde en Madrid. El periodista y escritor tiene muy claro, después de bucear en su vida, que el prelado madrileño, aparte de ser «una buena persona», es un hombre de Francisco, que «traerá la primavera del Papa a Madrid». Y, por lo tanto, a España.
El libro de Bastante es una semblanza, fruto de cerca de un año de conversaciones con el futuro arzobispo de Madrid y vicepresidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE), que recoge la opinión de Osoro sobre distintos temas de actualidad como el aborto, la pederastia, el yihadismo o la irrupción de Podemos en la esfera política.
Carlos Osoro, al que el propio Francisco bautizó con el sobrenombre de «el peregrino» (por ser un prelado que vive a pie de calle), está llamado a ser el hombre del Papa en España. «Es como el doble del Papa», explica Bastante. Tanto en su forma de ser como en su forma de actuar. Y desde antes de la llegada de Bergoglio al solio pontificio. «No se acomodó a la línea de Francisco, no es un arribista. Siempre fue así, un pastor con una descomunal capacidad de trabajo y una enorme cercanía con la gente».
Francisco a la española
Un «Francisco a la española» incluso en su recorrido vital. Por ejemplo, ambos son curas de vocación tardía y ambos estuvieron enamorados y tuvieron novia antes de decidirse a entrar en el seminario y ser curas. «Osoro tuvo pareja seria y estuvo pensando en crear una familia. Quizás por eso entiende más y mejor la vida actual», dice el autor del libro.
Y le retrata, a nivel personal, como «un cántabro recio y honesto», que se encuentra cómodo en las relacione sociales («no da la mano flácida como muchos prelados»), ha sido «cocinero antes que fraile», ha sido siempre una «persona afable, sencilla y cercana» y «no es un eclesiástico de carrera, aunque hizo carrera».
Como personaje eclesiástico, Bastante lo compara con el cardenal Tarancón, al igual que hace el Padre Ángel, fundador de Mensajeros de la Paz, en el prólogo del libro. «Si Tarancón fue el hombre de Pablo VI en la España franquista, Osoro es el hombre de Francisco para promover su primavera aquí y ahora».
Una tarea con doble cara. Por un lado, complicada, porque «llega a una diócesis impregnada por la presencia de Rouco durante 20 años y tres días: toda una condena«. De ahí que tenga que «recomponer cosas rotas», como la relación con los religiosos, con las sensibilidades eclesiales más avanzadas y comprometidas, y con las universidades de la Iglesia.
Y por el otro, relativamente fácil, porque «Osoro es un obispo que pisa calle y, en Madrid, la gente no está acostumbrada a ver a la jerarquía a su lado«. Y eso es algo que el arzobispo electo practica desde siempre, porque «le preocupa especialmente estar cerca de la gente que sufre».
Su obsesión: ser obispo de todos
El biógrafo de Carlos Osoro cree que «una de sus obsesiones es ser obispo de todos, tender puentes y estar con todas las sensibilidades eclesiales y sociales». Incluso a nivel político. De ahí que, a su juicio, habrá «un cambio de paradigma» en este ámbito en relación con Rouco. Para Osoro, «un obispo no puede estar detrás de una pancarta, y menos una pancarta partidista». Y volverá a consagrar el principio de la neutralidad política de la Iglesia, que siguió Tarancón con tan buenos réditos.
En este sentido, Osoro será un «obispo implicado con las causas sociales». Por ejemplo, «es muy crítico con los desahucios», no le gustan las concertinas de Ceuta y Melilla, y siente que «la sociedad actual está herida y quiere una Iglesia al lado de la gente que sufre». Por eso, según Bastante, «no será raro que lo veamos en la Cañada Real o en un comedor social de Mensajeros de la Paz».
Abierto a todos sin casarse con nadie, «Osoro podría tender una mano incluso a Podemos» y, «si no lo hace, no será porque él se niegue, sino porque Pablo Iglesias no lo considere oportuno». Según Bastante, con esta formación Osoro comparte «su intolerancia con la corrupción». Entre otros cosas, porque «tiene miedo que, a causa de ella, creemos una sociedad de sospechosos».
El libro aborda otros temas candentes como la cuestión catalana. Al ser preguntado por la independencia de Cataluña, el arzobispo electo de Madrid defiende el «respeto» de las características especiales que tienen algunos pueblos. «Es verdad que tenemos una historia que han conformado diversos pueblos, que se unieron para construir lo que hoy entendemos como España. Pero también diría que en ese camino histórico, con una historia común, hay apreciaciones y experiencias en algunos lugares y regiones que se han vivido de una forma especial, y que tienen unas características que deben ser respetadas».
En todo caso, el ‘número dos’ de la Conferencia Episcopal reconoce que se trata de «un tema delicado, en el que los obispos no debemos dar recetas excluyentes, en un sentido o en otro».
En cuanto al ámbito religioso, el autor del libro considera que «Osoro tiene fácil suceder a Rouco, entre otras cosas, porque los tiempos le acompañan y se necesita frescura». Eso sí, reconoce que «la sombra de Rouco puede seguir siendo alargada y, si él no da un paso atrás, sus acólitos tampoco lo van hacer».
Para superar esa «sombra alargada de su antecesor», Osoro cuenta con su amplia experiencia episcopal de haber pasado por tres diócesis (Ourense, Oviedo y Valencia) y «haber ido separándose de Rouco poco a poco, sin reírle las gracias ni a él ni a Martínez Camino». Una vez rotas esas amarras, en Madrid «podrá llegar a cumplir el sueño de ser el obispo que siempre quiso ser: un prelado sencillo, entregado, dialogante y de todos. Un obispo de Francisco».
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