La pareja varón-hembra es la única capacitada para la procreación. Afirmar que todas las uniones basadas en el amor son iguales o válidas es una gran falsedad
(Jesús Bastante).- «Que exista el amor no es suficiente«. Las reformas del Papa Francisco sobre la pastoral familiar siguen contando con duros opositores. El último, el mismísimo presidente del Pontificio Consejo para la Familia, Vicenzo Paglia, quien denunció el «debilitamiento y destrucción de la familia, y, con ella, de toda institución estable». Durante su intervención en la presentación del XVI Congreso Católicos y Vida Pública, Paglia incidió en que la indisolubilidad del matrimonio «no ha sido suficientemente subrayada en el Sínodo», que ha prestado demasiada atención en el acceso a la comunión de los divorciados. «La comunidad cristiana es el primer cuerpo de Cristo del que deben alimentarse».
En su primera salida de Roma después del Sínodo de la Familia, Paglia aseguró que «la Iglesia católica es la única institución que se hace cargo de los desafíos de la familia en el mundo», aseguró, incidiendo en que «tenemos ante nosotros una profunda crisis por la que atraviesa la familia».
El acto de presentación del XVI Congreso Católicos y Vida Pública contó con la presencia del obispo auxiliar de Madrid (y consiliario de la AcdP), Fidel Herráez; el presidente de los propagandistas, Carlos Romero; y el responsable del congreso, Rafael Ortega. Entre los asistentes, se hallaba también el protavoz episcopal, José María Gil Tamayo.
Arrancó el acto el presidente de la AcdP, Carlos Romero, quien habló del papel de la familia «como primera escuela de sociabilidad el hombre». «Es una institución natural anterior a cualquier otra comunidad, incluida el Estado». Romero se refirió a las dificultades de los jóvenes, el sistema educativo, «manifiestamente mejorable», el régimen fiscal o los obstáculos para conciliar vida familiar y laboral, así como «las consecuencias de las rupturas y fracasos matrimoniales».
Citando a Francisco, Romero Caramelo abundó en que el ejemplo de la familia «ayuda a toda la sociedad». De ahí el lema del XVI Congreso Católicos y Vida Pública: «La familia siempre: desafíos y esperanza», para buscar «una nueva misericordia para las familias, también para las familias heridas».
Por contra, en su intervención, Paglia habló del «debilitamiento y destrucción de la familia, y, con ella, de toda institución estable», en una suerte de «procesos sociales y culturales». «A diferencia del pasado, hoy la sociedad no niega a la familia tradicional, sino que la coloca en el mismo plano de otras realidades». «A cualquier unión de estar juntos se le llama familia, porque, se dice, que hay amor, y es suficiente el amor. Esta es la razón para admitir el matrimonio entre personas del mismo sexo, sin entender las diferencias», denunció.
«La pareja varón-hembra es la única capacitada para la procreación. Afirmar que todas las uniones basadas en el amor son iguales o válidas es una gran falsedad», apuntó Paglia, quien se manifestó en contra del reconocimiento de otras uniones como matrimonio.
«Desde siempre, y no solo en la tradición católica, se ha reconocido al matrimonio (…). Ahora, cualquier tipo de unión se puede llamar matrimonio, toda forma de estar juntos se llama familia, y los hijos se pueden tener de cualquier manera, incluso en los laboratorios».
Paglia fue más allá y habló de «idolatría, de un auténtico culto del ‘yo'». Una tesis que «debilita a la propia sociedad», llegando a hablar de «el fin de las sociedades». «Asistimos a una crisis de las instituciones de todo tipo, desde la crisis política a la de la familia».
El arzobispo también denunció el aumento de las personas que deciden vivir solas. «En Italia hay dos millones de ‘familias’ compuestas por personas solas. Esto significa que se considera insoportable todo lazo que implique compromiso, es la exaltación absoluta del individuo». Este tipo de realidades «tiñe de incertidumbre tanto a las personas como a las sociedades».
«Podemos decir ‘For ever Real Madrid’ pero ‘for ever mi mujer’, no sé«, bromeó Paglia, para denunciar que la actual sociedad «está engañando» porque propone «un objetivo irreal» que no se basa en «los compromisos que requiere una relación duradera». En este punto, arremetió contra la «incapacidad de la sociedad contemporánea para enseñar cómo se construye una familia y cómo se mantiene en el tiempo. Éste es el corazón del problema».
«La familia heterosexual no es solo un recurso, sino también una fuente que alimenta la sociabilidad entre personas diferentes, sin fagocitar las diferencias», añadió el presidente del Pontificio Consejo de las Familias. «Por eso la familia está también en el centro del desarrollo». «Todos deberíamos muy cautos a la hora de criticar a la familia, que sigue siendo el lugar de la vida, del misterio del ser«, un «patrimonio insustituible de la Humanidad»
Hablando sobre el Sínodo de los Obispos, Vicenzo Paglia señaló que «el Papa quiere que seamos como el hermano samaritano, que carguemos con las familias heridas para procurarles los cuidados necesarios, como si fuesen un familiar nuestro». «El Papa es consciente -añadió- que la crisis de la familia interpela la tradición cristiana, en la conjunción de la justicia y de la belleza«.
«Tenemos que ayudar a millones de familias cristianas. La familia sigue siendo una Buena Noticia, para que todos puedan a su vez experimentar su fuerza y su belleza«, añadió, apuntando que «no se trata tanto de una doctrina, sino que es importante que las familias cristianas vivan este tesoro y lo hagan resplandecer como una realidad bella y apasionante, a pesar de las dificultades y los problemas».
Por otro lado, «es un momento favorable, porque es la única respuesta verdaderamente eficaz a la necesidad de amor en todo el mundo, sobre todo para los débiles, los enfermos, los ancianos». Las familias cristianas, subrayó Paglia, «ofrecen muchas historias de fidelidad a Dios», que «hacen que el mundo y la misma Iglesia continúen vivos de generación en generación».
«Por primera vez, el tríptico familia-matrimonio-vida es puesto en duda, por eso este congreso es absolutamente extraordinario. Se trata de promover a todos los niveles una nueva cultura del matrimonio y de la familia, a partir de la misma lectura doctrinal y pastoral», subrayó el arzobispo.
«La vocación del hombre no es la soledad, sino la comunión. Todo hombre necesita a otro que le complete, no puede existir por sí solo» añadió, volviendo a recordar que «haya amor entre dos personas no es suficiente». «La Iglesia ha de emplear todas sus energías para actuar con valor, admitiendo los no pocos errores y los retrasos acumulados», insistió, citando el «Instrumentum Laboris» del Sínodo, que muestra «una evidente distancia» entre los fieles y la doctrina.
En cuanto a las informaciones sobre el Sínodo por parte de la prensa, Paglia habló de la necesidad de «testimoniar los lazos con las familias, heridas pero familias». En ese horizonte, «el texto sinodal exhorta a los creyentes a acoger a los signos de la familia, incluso allí donde las uniones entre hombre y mujer no alcanzan su plena realización, como en los matrimonios civiles o las convivencias estables. Tenemos que ayudar a completar un camino«.
Finalmente, sobre las cuestiones polémicas «no para mí, sino para los periodistas». Respecto a la comunión para los divorciados vueltos a casar, «no es momento de volver a debatirlo aquí, pero en el texto se pide profundizar en la cuestión«. «El punto central común es la firmeza en declarar la indisolubilidad del matrimonio», apuntó Paglia, quien incidió en que «no ha sido suficientemente subrayado en el Sínodo», el «indispensable compromiso en la conversión».
«No debemos caer en la tentación de caer en una regla que nos excuse abordar el trabajo de estar junto a ellos con amor«, declaró Paglia, quien confesó que lleva dos años reflexionando, de momento sin éxito, para encontrar una respuesta. «Tenemos que buscar algo, sin tocar mínimamente la indisolubilidad del matrimonio, pero lo primero es redescubrir la responsabilidad que tenemos de estar cerca de ellos», abundó, señalando que «existen fieles que viven situaciones muy diversas de ayuda y dolor», ante las que «la comunidad cristiana debe ser el primer cuerpo de Cristo en el que deben alimentarse».
Respecto a las uniones homosexuales, Paglia indicó que «no es posible inscribirlas en el horizonte matrimonial y familiar» cristiano. En lo que sí se hace hincapié es «en descartar definitivamente toda marginación y hostilidad». Sin embargo, «me parece excesivo el interés sobre este tema», frente a otros que no se han tocado, como la presencia femenina o la identidad de género.