En la actualidad, parte de la planta segunda del edificio Arzobispado, que desde 2.010 estaba sin uso alguno, está siendo habilitada para servir de vivienda "palacio" al nuevo Arzobispo coadjutor
(Esteban Gamero Núñez).- En relación al artículo de ayer sobre dos obras promovidas por el Arzobispado de Mérida Badajoz, a las que se opone un grupo de sacerdotes, permítanme aportar una serie de datos objetivos que sirvan para desmentir algunas de las afirmaciones recogidas por su diario, y que simplemente son inciertas.
En la actualidad, parte de la planta segunda del edificio Arzobispado, que desde 2.010 estaba sin uso alguno, está siendo habilitada para servir de vivienda «palacio» al nuevo Arzobispo coadjutor. Dichas obras consisten básicamente en tirar y/o levantar particiones interiores, afectando a distintas dependencias existentes.
Se trata pues de una obra de escasa entidad, que tiene por objeto redistribuir las tabiquerías existentes y cuyo coste se estima, en cualquier caso, por debajo de los 95.000€. Los materiales protagonistas en el «palacio» episcopal son pavimentos existentes de mármol blanco macael (realizados en el año 2.001), paredes y techos de pladur pintados en blanco, azulejos y gres en baños y cocinas «calidades medias».
La otra obra a la que se refiere su artículo de ayer y que también se está ejecutando actualmente, es la Rehabilitación (2ª fase) del Seminario Metropolitano de la archidiócesis de Mérida – Badajoz.
Se trata de una obra con un presupuesto de adjudicación inferior al 1.5 millones de euros; en este mismo presupuesto se incluye, además de la Rehabilitación del ala del Seminario menor, la obra de reforma que también se ha realizado en el Colegio Diocesano san Atón, perteneciente al mismo edificio y colindante con éste.
Sí es cierto, que en el Seminario hay unos 50m2 de suelo de mármol macael acompañado de zócalo de un metro del mismo material; y sí es cierto, que hay un vestidor revestido en lamichapa de madera con un espejo en una de las dependencias. Ambas partidas no admiten los atributos de dispendio o despilfarro.
Por último, desmiento por mi honor la existencia de jacuzzi, baño con hidromasaje, cocina a la última, maderas preciosas, mobiliario de lujo,…en ninguna de las dos obras referidas, ni en ninguna otra que yo conozca.
Entiendo la indignación que, de haber sido ciertas esas afirmaciones, despiertan estas noticias; pero les aseguro que no lo son. Espero y deseo tranquilizar con estas líneas a la iglesia de mi diócesis de Mérida – Badajoz, y a todas las personas que sin creer, respetan a esta institución.