Somos seres que, pudiendo suicidarse (en plano individual y social), hemos optado hasta ahora por vivir, es decir, por reconocer y acoger la obra de Dios que nos ha creado y nos sustenta
(Xabier Pikaza).-El pasado martes he pronunciado en el centro Icai-Icade de Comillas, Madrid, una conferencia sobre el riesgo y desafío de la ecología. No se trata de un pequeño riesgo marginal, sino del riesgo y desafío del hombre, entendido comos ser «divino» (signo y poder de vida) que puede suicidarse.
Miles y miles de especies animales han muerto y siguen viviendo. Pero la muerte del ser humano sería algo cualitativamente distinto: Se trataría de un suicidio vital (en lenguaje cristiano, de un pecado). El hombre no es sólo un ser pensante, es también un «animal de libertad», es decir, un animal que vive porque quiere (porque lo quiere, se quiere), y por su misma grandeza puede suicidarse,, matándose no sólo a sí mismo, sino al mismo Planeta Tierra, que le ha dado la vida.
El hombre es un tipo de «dios menos» que puede negarse a sí mismo, a través de las tres bombas clásicas (atómica, genética, social), a las que que se añade la cuarta: la bomba ecológica. Matarse a sí mismo matando la vida del Planeta.
En esa línea he situado el tema clave de la ecología, como podrá ver quien siga leyendo.
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