A pesar de la crisis, el tema de la misión sigue siendo una riqueza, una riqueza tanto para la persona que va como para la persona que recibe, precisamente por ese intercambio
(Jesús Bastante).- «Los misioneros son el altavoz de Occidente«. Teresa Ruiz es una de las coordinadoras de formación de Ocasha, cristianos con el Sur, que celebran su encuentro misionero este fin de semana. Esta asociación de laicos misioneros trabaja para mejorar las condiciones de vida en países en desarrollo. «Somos personas corrientes que estamos en la realidad de aquí y nos integramos en la de allá«, afirma.
¿Qué es Ocasha?
Ocasha, cristianos del Sur es una asociación de laicos misioneros que tiene como objetivo la preparación y formación de personas laicas para trabajar en proyectos del sur de larga duración, tres años más o menos y con posibilidad de renovar.
Somos solteros, solteras, familias con hijos, familias sin hijos y cada uno venimos desde nuestras distintas diócesis y parroquias. Tenemos en común la inquietud misionera y a través de la búsqueda que hemos ido haciendo hemos llegado a Ocasha. A partir de ahí empieza nuestra andadura.
La idea que se tiene en el mundo laico del misionero, es de la monjita que está trabajando con los negritos en África, el sacerdote que lleva la Biblia y demás, haciendo un trabajo encomiable en países en vías de desarrollo, pero no se tiene ese concepto de que también hay laicos, hay familias, también hay personas no consagradas o consagrados de otra manera, porque en realidad la misión es una forma prácticamente de consagrarse para toda la vida…
Pues sí, también hay muchos laicos. Cuando llegamos allí nos encontramos con otros laicos de otras asociaciones, no somos la única asociación. Pero digamos que Ocasha es la vía oficial que tiene la Iglesia Diocesana de España para mandar a sus laicos. Es verdad que existen otras muchas asociaciones y cuando llegas allí te encuentras que hay mucha gente comprometida con el Sur o con el tema de la misión y que somos gente que cada uno teníamos nuestros trabajos y que los hemos dejado por un tiempo o que a la vuelta ya no los tenemos. Somos personas normales y corrientes que vamos, venimos y estamos en esta realidad de aquí y nos integramos en la realidad de allá. Trabajamos con la gente allí y al volver aquí, estar allí nos ha cambiado tambié. Hay mucha más gente comprometida de lo que se puede pensar o imaginar. Por supuesto, se necesita todavía mucha más.
¿Cuántos sois?
En Ocasha asociación no te lo sé decir con seguridad, pero estaremos en torno a las doscientas y pico personas actualmente, y hemos sido más. Lo que quiero decir con esto es que Ocasha es un medio para entrar en contacto y prepararte. Salimos de nuestra diócesis de origen, vamos a una diócesis que nos recibe y volvemos a nuestra diócesis de origen.
Mucha de la gente que hemos ido de alguna forma hemos seguido colaborando con Ocasha: hemos recibido mucho allí y ahora queremos dar lo que nos ha dado Ocasha antes y lo que nos ha dado el Sur. Luego hay otra gente que, por motivos familiares o por motivos de trabajo o porque le apetece, se desvincula de ocasha, aunque el cariño y la afectividad siempre queda. A lo largo de la historia de Ocasha, que son 57 o 58 años, ha pasado mucha gente. Pero ahora mismo en listas, no llegaremos a doscientas personas.
¿Y laicos españoles que trabajen como misioneros en el mundo?
Pues no lo sé exactamente porque no sé de cifras, pero hay muchos. Una semilla que es «marca España» de la que deberíamos sentirnos más orgullosos en este país. Ahora, lamentablemente, nos estamos acordando de los misioneros por el triste fallecimiento de los misioneros a causa del ébola.
Háblanos un poco de tu experiencia personal. El motivo de tu visita es que vamos a presentar un encuentro para laicos con vocación misionera y me gustaría que me contaras cómo es tu caso: estuviste en Ecuador, tuviste una experiencia. ¿Cómo una persona decide que quiere ser misionero? ¿O, cómo le decide el corazón que quiere ser misionero?
Yo creo que las personas que tomamos una opción misionera, no nos levantamos y decimos «¡quiero ser misionero!». En mi caso toda la vida he estado trabajando en una parroquia de Plaza de Castilla, con un grupo de guías de España que eran como los scouts. Entonces existía una rama de chicas y mi compromiso con ella hizo que me fuera surgiendo también las dudas, inquietudes, preguntas. Empiezas a conocer gente misionera y te planteas que tus opciones de carrera universitaria también pueden marcar la diferencia de ser útil a los demás.
¿Qué estudiaste?
Yo estudié Magisterio, pero no he ejercido. El día a día te va cuestionando y llega un momento que tienes que ir empezando a tomar opciones en la vida, porque terminas los estudios y entonces es cuando a lo mejor empieza a tomar más fuerza el tema de una opción misionera. Pues, ¿por qué no? Yo desde mi humildad quería no tanto ir a ayudar (porque mi idea de misión nunca ha sido ir a ayudar sino ir a compartir lo que es tu vida, tu persona) sino a ponerme al servicio de la gente. También recuerdo el poquito ese de afán de aventura que te mueve un poco: ¿Y por qué no conocer otras culturas, otras gentes, compartir con ellos…? A partir de ahí ya empecé a buscar, encontré a Ocasha, Ocasha me convenció también. Busqué en varios sitios y Ocasha me convenció, porque somos laicos que no estamos adscritos a ninguna congregación.
Sois Iglesia, en el sentido más amplio de la palabra, a diferencia de algunos grupos en los que a veces tendemos más a hacer nuestras propias capillitas y ser más de una cosa que de otra
Claro. Nosotros no tenemos un carisma concreto porque somos muchos carismas, con lo que tiene de positivo que una congregación se dedique a la educación, otra a la evangelización, etc.
Como decía el Papa hace muy poquito en una audiencia, «la diversidad enriquece». Lo que empobrece es uno peleando con otro diciendo que el mío es mejor que el tuyo… Cuando la Iglesia, afortunadamente, tiene cabida en la vida de todos, la diversidad nos enriquece a todos en la misma medida
Eso es. Yo, al final, ahí empecé a prepararme y estuve un año y pico de preparación de formación y de ahí ya me fui para un proyecto al Sur, a Ecuador, durante tres años y, bueno, el proyecto te cambia mucho.
¿Qué hacías ahí?
El proyecto al que yo fui era en una zona rural bastante pequeñita y era un proyecto que ya había sido iniciado por otros compañeros: el sacerdote que estaba allí ya llevaba tiempo y había pedido un equipo de seglares. Fueron unas compañeras anteriores a mí y luego una de las compañeras quiso repetir y vino a España a formar equipo y entonces nos fuimos otro equipo. Y lo que trabajamos era la pastoral, pero en un sentido más amplio, porque era una pastoral social: trabajamos con mujeres, dando y preparando todo tipo de cursos, organizando un poquito las catequesis, las necesidades de distintos pueblos y recintos que había por la zona… Temas como la movilización de la escuela. En todas esas cositas fuimos haciendo hincapié y tratamos de crear un grupo fuerte de catequistas y de líderes, porque nuestra idea es de que tú estás pero luego te vas, de que no tenemos que estar eternamente… Entonces tuvimos que buscar a esa gente y darles más formación para que luego ellos en sus pequeños recintos o comunidades. Esa gente también sería la que estaría un poco no solamente a ese nivel de evangelización sino también a ese nivel social de promoción de los distintos sitios en los que se vivía.
¿Se tiene mono cuando regresas?
Si, cuando estas allí y ves que se acerca el momento de venir, es como, ¿para qué voy a volver yo a España, con lo bien que estoy aquí? Y porque te das cuenta de que puedes vivir mucho más simplemente de lo que se vive aquí y porque también sabes que vas a dejar una gente que no sabes si la vas a volver a ver o no, aunque hoy en día es más fácil volver a ver a toda la gente de allá.
Por lo menos mantener cierto grado de comunicación
Sí, porque cuando yo fui, era el 92 y era complicado, pero ahora me he encontrado con mucha gente aquí, de la que estaba allí e igualmente ahora las comunicaciones electrónicas están en todos los sitios. Se tiene mono porque luego tú comparas muchas veces la vida y dices «pues es que allí era todo como más fácil, más sencillo y no nos complicábamos tanto la vida…». Hombre, los problemas también son muy gordos: ves mucha miseria. Pero aprendes. Eso también te da una visión para entender aquí las cosas y relativizarlas para vivir de otra manera, sin hacer tantas necesidades y problemas de la nada.
Es un trasvase, como decías antes: no solo voy a dar sino también voy a recibir, que muy pocas veces se habla de eso (de lo que tú recibes y del flujo de comunicación de vida que se lleva a cabo entre los dos mundos)
Además, allí al final creas, además de con tu propio equipo por supuesto, que allí es tu familia, con la gente con la que estás: trabajas cerca y creas vínculos muy fuertes. Yo volví a Ecuador después de 17 años de no haber vuelto y la verdad que el reencuentro con la gente era como si me hubiera ido ayer, porque la acogida, la confianza, la complicidad que existía entonces, a pesar de los años, sigue existiendo. Es como llegar a casa: entre la gente se crea algo especial, puedo no ver a la gente en mucho tiempo pero sé que están ahí igual que ellos saben que yo estoy aquí. Eso es bonito e importante.
Hablemos del encuentro para laicos con vocación misionera: ¿Cuándo es? ¿Dónde? ¿Cómo? ¿Por qué?
A la gente que se quiere marchar por Ocasha les ofrecemos y exigimos, por así decir, una formación. Lo primero que se ofrece es un encuentro misionero que se hace todos los años en noviembre, este año se va hacer el 21, 22 y 23. El 21, que es viernes, es la llegada por la noche, porque la gente venimos de nuestros trabajos. Si no podemos venir el 21, pues el 22 a primera hora. Este encuentro misionero trata de reunir a gente que se ha ido poniendo en contacto en las distintas zonas que existen en Ocasha en España. En Madrid ese fin de semana se trata de ofrecer lo que es Ocasha por una parte, es decir, exponemos lo que somos, trabajamos así y éstas son nuestras características. Es para que la gente vea si eso le gusta o no le gusta. Y luego se profundiza en el tema de la vocación laica o laica misionera. A partir de ahí es como un pistoletazo de salida enmarcado en el proceso personal que trae la gente. Hay quien lo tiene más decido y quien lo tiene que fraguar más. En ese encuentro lo que tratamos es de presentar lo que nosotros entendemos por laico misionero y un poquito la espiritualidad que lleva el laico misioneroconsigo; dar pautas para que la gente pueda seguir reflexionando su vocación y luego a partir de ahí pues ya decidirán ellos.
¿Cuánta gente soléis participar en este tipo de encuentros?
Pues ahora menos, porque la crisis llega a todos los sitios. Antes eran 15 o 20 pero estos últimos años la verdad que entre cinco, seis, siete, a veces diez participantes. Bueno, si hay diez es un milagro. Pero hay menos gente también porque es verdad que hay mucha más diversidad y oferta de asociaciones, entonces también la gente escoge otros cauces.
El número de participantes suele ser más sencillo porque, de todo lo que me estás comentando, lo que se me queda es que ser misionero no es hacerse un viaje: no puede hacerlo cualquiera en cualquier circunstancia. Hay que tener una cierta responsabilidad para con la persona que quiere irse pero también hacia el lugar y las personas con las que va a convivir.
Por eso nosotros estamos un año como en preparación, porque pensamos que lo importante de Ocasha es el Sur: nosotros existimos porque existe el Sur, porque hay proyectos que nos piden. Entonces, claro, la gente que tiene que ir o que hemos ido tenemos una responsabilidad. No sólo basta con la buena voluntad, también la formación y la preparación son necesarias.
¿En cuántos países estáis?
Ahora mismo estamos en República Dominicana y Bolivia, porque como va habiendo menos gente, intentamos concentrarnos en dos o tres países en vez de dispersarnos, también para favorecer la comunicación y la compañía de unos equipos con otros.
¿Dónde os podemos encontrar?
La web es www.ocasha-ccs.org y físicamente estamos en José Marañón 3, en la Glorieta de Bilbao.
Formáis parte de CALM. Cuéntame que es CALM
La CALM es la Coordinadora de Asociaciones de Laicos Misioneros. Esta coordinadora la integramos una serie de asociaciones de laicos misioneros: hay más asociaciones de las que aquí hay, pero no forman parte de la CALM.
Providencianos, Misiones Africanas, Comunianos, Juventudes Marianas Vicencianas, Eckumene, habrán visto a muchos de ellos aquí porque sí hemos hablados varias ocasiones de Misioneros de la Esperanza. Reivindícame, si puedes, si quieres, el valor de la misión hoy. ¿Por qué es importante hoy, cuando estamos en un mundo globalizado donde las fronteras se cierran, donde también hay crisis en Occidente?¿Por qué el misionero sigue teniendo razón de ser? ¿Por qué un laico puede o debe interesarse porque se mantenga el carisma del misionero?
Primero porque es una riqueza, a pesar de la crisis, el tema de la misión sigue siendo una riqueza, una riqueza tanto para la persona que va como para la persona que recibe, precisamente por ese intercambio. Y porque hay que trabajar siguiendo todo lo que el Papa Francisco ha venido diciendo, es importante salir fuera, no quedarnos en nuestro reducto. Hay gente para todo, hay gente que trabaja aquí con inmigrantes y que son igual de importantes que el que se va, yo no le doy más valor al que se va a África que al que se queda aquí trabajando con inmigrantes o el que está trabajando en un hospital con enfermos terminales. Yo creo que lo que tenemos que hacer es cada uno encontrar nuestra vocación y misión en la vida y a partir de ahí tirar por ella, yo siempre digo que lo que quiere Dios en nuestra vida es que seamos felices, no importa dónde siempre y cuando trabajemos por el Reino cada uno en nuestras circunstancias, en nuestros contextos. Es bueno que gente de aquí salga para allá, comparta esto con la gente, ayude a caminar a la gente igual que también sería bueno que gente de allá viniera para acá. Para mí lo bueno sería que la misión tendría que ser en ambos lados, porque entonces sería mucho más rico, yo creo que el mundo también podría ir hasta mejor si se quiere, porque lo importante no es ir de aquí con tu visión para allá sino llegar allí a un sitio que es totalmente nuevo para ti y tratar de caminar con la gente y lo que allí te aportan traerlo para acá para que eso influya en tu realidad. Y si fuera al revés igualmente: la misión tiene sentido porque es bueno que exista el intercambio. El Reino hay que hacerlo en todos los sitios y también es verdad que desgraciadamente el Sur es carente. Si piensas en África, en todo lo que está pasando ahora, te das cuenta de que hay mucha gente misionera allí. Que si no estuvieran estarían abandonados a su suerte. Esta gente misionera, además, es mucha veces la voz en Occidente, porque parece que solo escuchamos a la gente ha estado allí para conmocionarnos con lo que sucede con el ébola, pongamos por caso.
Es importante también trabajar allí, por su promoción, por su dignidad, por los derechos humanos que también hay que trabajarlos aquí. Hay que poner tus talentos al servicio del prójimo allí donde estés, es una vocación que te viene dada, tú no la buscas. Si nosotros aquí y la gente allá viviéramos aislados no podríamos ayudarnos. El mundo de la globalización tiene este poder como aspecto positivo.
Un placer, Teresa. Espero que el encuentro sea un éxito y que sigan saliendo vocaciones, que también son necesarias, allí, y que sigáis trabajando en pro de ese mundo en el que ojalá cada vez vayamos cabiendo más.
Muchas gracias a vosotros también por la oportunidad que nos habéis dado a Ocasha.
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Es importante no quedarnos en nuestro reducto
No le doy más valor al que se va a África que al que se queda aquí trabajando con inmigrantes o el que está trabajando en un hospital con enfermos terminales
La misión tendría que hacerse en ambos lados: también en nuestro Norte
Los misioneros son el altavoz en Occidente