Sabiendo escuchar, sabiendo dialogar y acogiendo lo bueno del otro para crecer juntos y que, por lo tanto, que caiga un poco el exceso de ideologización de los últimos tiempos
(Jesús Bastante).- Hoy entrevistamos a Daniel Hallado, provincial de los Escolapios de Betania. Una congregación centrada en la educación, que no sólo son normas estrictas o adquisición de conocimientos. «Enseñamos a los niños que serán felices si contribuyen a construir una sociedad mejor«, apunta.
¿Cuántos escolapios sois en el mundo y en la provincia?
En el mundo, 6328 religiosos. Luego está la fraternidad, que son unos cientos. En la provincia somos en torno a 150 incardinados con los que viven aquí unos poquitos más pero no muchos.
Tenéis detrás una serie de obras fundamentalmente educativas que también aglutinan, no sé se parece al estilo salesiano, familias de escolapios o familias afines.
Sí, tenemos la fraternidad de las Escuelas Pías: en nuestra provincia hay en torno a ochenta y tantas personas, la mayoría laicos, aunque también algunos religiosos entran en la fraternidad. Y en la orden en total 700. La fraternidad de las Escuelas Pías es una aventura en la que estamos desde hace unos poquitos años.
Las Escuelas Pías, las conocemos, como los escolapios. San José de Calasanz era un enamorado de lo educativo. Háblanos un poco de cómo surge ese carisma y de cómo vivís hoy.
Surge en la época de la Reforma, de la Reforma Católica que me gusta más que Contrarreforma. Calasanz es un apasionado del reformismo: ve una sociedad y una Iglesia que tienen que cambiar y se compromete desde el principio. Llega a Roma y se encuentra con que los niños están todavía peor de como estaban en España, ya que en esa época España era un poco el Estado Unidos del momento, y se pregunta que cómo es posible, siendo Roma la Sede de la cristiandad, que el futuro sea tan negro para esos niños abandonados. Entiende en un momento determinado que eso es lo que le pide Dios a él, cuidar de estos chavales. Lo entiende con una característica muy bien definida, y que además es muy actual y es bonito ver cómo en los documentos eclesiales aparece 400 años y pico después. Él piensa en la felicidad del niño: el niño está para ser feliz pero el niño será feliz si ordena su vida y descubre sus talentos y los pone al servicio de la sociedad y de la Iglesia, es decir, será feliz si contribuye a crear una sociedad mejor.
Se forma para hacerse responsable de la construcción, es cierto que es muy actual, muy franciscano, si me permites la expresión.
Sí, él también tiene cierta inspiración franciscana y teresiana. La idea es que la transformación de la sociedad y la renovación de la Iglesia son consecuencias de la educación de los chicos y será por ese camino por donde el chico encontrará la felicidad.
Hoy cómo vivís ese carisma, en un momento que la educación pasa por distintos vaivenes desde hace años. Ya que la educación cristiana está sometida a cierta discusión más política que otras cosa y conceptos como la felicidad y hacerse copartícipes de la construcción probablemente no se enseñan los suficiente a los niños y niñas de nuestra sociedad.
Estamos en un momento en el que nos tenemos que renovar sino continuar con lo que ya llevamos tiempo. Para poderle dar fuerza a la entidad escolapia lo que hacemos es, por un lado, cuidar la formación de todos nuestros colaboradores y también que la fraternidad crezca con personas carismáticamente identificadas. Por otro lado, en los colegios, la estructura colegial ha ido cambiando ya desde hace tiempo, dando fuerza a los departamentos de acción social en los colegios, que ayuden a abrir los ojos a los muchachos a un mundo que tiene más posibilidades de las que se dice.
Una primera formación de voluntariado o algo parecido.
Hacemos voluntariado y actividades, primero, que abran la vista a otros países, a otras realidades dentro del propio país y que los chicos se descubran con capacidad también de entrar en contacto para sensibilizarse porque si no, no tiene sentido. Además de colaborar solidariamente hay que saberse informar. También es verdad que el sistema educativo tiene que cambiar y tenemos que cambiarlo, lo cambien o no esos señores que dicen representarnos en el Parlamento.
Pero os afecta: probablemente en el día a día no, pero a la hora de establecer un proyecto educativo concreto en cada uno de los colegios, más allá del proyecto educativo general de la congregación o provincia en este caso, imagino que sí tiene que afectaros, no sólo al nivel de libros sino un poco de todo, desde conciertos hasta qué tipo de formación no se puede o sí se puede.
Se suele decir que los profesores son del siglo XX, los alumnos del s.XXI y el sistema de más del s.XIX, ya que yo creo que del s.XIX queda mucho todavía. Mientras se muevan por ideas políticas de votos y de intereses es muy difícil que el sistema educativo vaya a mejorar. Llevamos casi 30 años de normas y cuanto más intentan regularlo, peores son los resultados, cualquiera que haga una correlación de datos se daría cuenta, en vez de consultar más a las personas que están trabajando directamente y de ver por dónde se está moviendo el mundo. Los países con mejores resultados tienen una regulación más en lo esencial y menor en lo accesorio. Creo que tenemos que aprender a tolerar el sistema, aunque pueda sonar un poco bruto, es decir, responder en lo más básico cumpliendo las leyes, pero también responder en las necesidades reales de nuestro mundo y de nuestros alumnos que en el fondo no son contempladas por el actual sistema educativo.
¿No personalizan, no tienen en cuenta cada alumno en cada circunstancia, en cada localidad, y también el por qué eligen estar en los escolapios en este caso?
En una época en la cual un chico en clase si coge su teléfono móvil, aparte de poder cometer delitos que esa es otra, puede entrar en un momento en internet y tener en un momento los contenidos que le están dando en Historia y buena parte de los contenidos que se consideran mínimos, no sirven para casi nada. Hay que buscar un sistema donde el chico tenga mayor protagonismo en el aprendizaje, tienen una cantidad de lluvia de información, que cualquier cosa más que se les dé, en el fondo les resbala como un paraguas. Hay que ayudarles a que sean ellos los que se busquen los contenidos y a gestionarse al información.
Y que el profesor acompañe el proceso y les ayude a discernir lo que es conocimiento o mera información, que puede ser más vana y que no se te queda en la cabeza.
Y enseñar a los chicos a saber distinguir lo que vale y lo que no, los caminos de información fiable, a saberla ordenar ellos mismos mediante un proceso, que sepan ejecutarla ellos generando los contenidos… Eso supone que los libros de texto en gran medida tienen, a mi parecer, no sé si los días contados o por lo menos, muchos límites.
Estamos hablando de una educación más con tablets, con herramientas educativas que puedan modificarse introduciendo variables, resultando muy útiles al final.
Probablemente sea un camino que tenemos de refuerzo, porque tampoco las nuevas tecnologías no dan las respuestas, pero sí puede ser una herramienta muy buena. Porque lo que no vamos a hacer es un cambio social para ser como Finlandia porque eso está claro que ni en dos generaciones lo conseguiríamos, entonces el camino puede ser éste, aprovechando la ocasión. Por otra parte, es fundamental el cuidado de las relaciones en el colegio y en el aula, porque esto también genera una alternativa a la sociedad.
Sí, porque es otro de los primeros modelos de convivencia, aparte del familiar, que tienen los chicos y las chicas.
Esa es una clave importante que nuestros alumnos sí descubren; así como otras cosas cuestan más, eso sí lo ven.
Me gusta y me preocupa cuando hablas de felicidad. Por vuestra experiencia, ¿los chicos y chicas españoles son felices?
Yo matizaría, porque las estadísticas dicen que sí, que somos un país muy feliz aunque también somos un país que se tira piedras a su propio tejado; nos encanta ponernos verdes, lo cual no deja de ser un poco curioso. Nosotros trabajamos una experiencia con los chicos de tercero y cuarto de secundaria en adelante, que llamamos retiros, que es un tiempo de encuentro entre ellos, de profundizar en su propio conocimiento y entonces les presentamos tanto la dimensión religiosa como todas las demás dimensiones interrelacionales: con Dios, con los compañeros, con los amigos, incluso de cara a las relaciones de pareja y la familia, pero primero partiendo del propio encuentro consigo mismos en sus potencialidades. La experiencia de estos retiros está siendo muy rica porque les permite a los chavales entrar en algo que no se cuida muy normalmente, y lo que estamos viendo es que la gente que ha ido pasando por esta experiencia en general son los que van adquiriendo mayor solidez también a la hora de afrontar el resto de sus relaciones y la vida. Tenemos que potenciarlo más porque es un instrumento a medias todavía. Y ahí sí que vemos cuál es la realidad de los chavales, lo habitual en las relaciones suele ser el nivel más superficial: son capaces, la mayoría, de dar pasos importantes, pero te encuentras muchos chicos y no puedes forzar la máquina porque cada alumno tiene que entrar hasta donde quiere, ya que algunos tienen heridas por situaciones muy dramáticas que ni han afrontado ni tienen con quién afrontar. Yo creo que el camino de la felicidad tiene que ver con el camino de la profundidad, con ser capaces de afrontar las sombras que uno tiene, porque si no se enfrentan a las primeras, las luces no aparecen, y descubrirlas también y desde ahí empezar a hacer su propio proyecto, y siempre en relación con los demás no solo con uno mismo: la autorreferencialidad que la sociedad tiende a favorecer no permite a la larga la felicidad, la vende pero no la permite.
Hablabas de la necesidad de la relación con los demás, no solo con tus alumnos sino con todo el entorno, y nos encontramos probablemente no solo ante un modelo catedrático sino también con una sociedad que tiene tres patas para la educación y formación de nuestros chavales que no están conectadas como debieran, la propia sociedad, la escuela y la familia. Se ha notado el cambio para bien o para mal en la relación con la familia, los padres ya no están tan involucrados, o si ya nos ponemos hablar de la autoridad que pueden tener los docentes o que los padres le pueden dar a los docentes, comparado con las que en otras épocas había… ¿Cómo se vive esa pulsión?
Yo creo que estamos en un momento de cambios, los padres del «prohibido prohibir», «el chico siempre tiene la razón», gracias a Dios, van desapareciendo. También desaparecieron en general los de aquí: el chico tiene que obedecer a unos y a otros. Aun así hay dificultades porque hay de todo, nos ha favorecido el medio técnico que parece que no pero que son las plataformas educativas que permiten una mayor comunicación e información a través de la red con las familias, pero no todos entran, solo el 70% . Lo que habría que ver es cuántos entraban antes en contacto aun llamando a las familias. El acceso ahora mismo es mucho mayor, buscamos caminos para que el encuentro personal, no solo el de la red, sea real: en la mayoría de los centros se convoca una o varias veces no solo la reunión masiva con los padres sino también una reunión personal con el tutor, aparte de los casos con más dificultad. Esto está favoreciendo, junto con una dinámica social que intenta recuperar la autoridad de los educadores, el equilibrio en este proceso que iba hacia el caos. Sigue habiendo serios problemas, porque como le digo yo a los profesores de niños de tres años, que es cuando entran en el colegio, los niños a los dos años la mayoría pasa por esa etapa que Freud ubicaba por atrás y es cuando el chico quiere ver un poco quién tiene la decisión; entonces, un niño que llega a los tres años y no ha escuchado en casa adecuadamente el monosílabo no, es tremenda la diferencia con los otros y muchos padres no saben esto. De hecho, queremos no solo favorecer la formación de padres sino incluir en el curriculum para los chicos un momento de formación para la paternidad; que entiendan que ser padre no es fácil pero que tampoco es tan complicado si uno tiene conciencia de cuáles son los desafíos y de que puede encontrar ayuda en su momento.
Cambiando de tema, ¿como os encontráis los escolapios ante el nuevo pontificado? Aunque ya no sé si llamarle nuevo porque estamos casi con dos años de Papa. ¿Como habéis afrontado esta nueva situación? No sé si sois de la misma opinión de estos cambios en continuidad que le gusta decir al Papa Francisco.
En primer lugar, me gustaría subrayar ese cambio en continuidad: cada Papa ha tenido su acento, sus cualidades muy valiosas, y yo creo que hacía falta que alguien subrayara que el Evangelio es en primer lugar Buena Noticia, frente a un especie de nuevo neofariseísmo eclesial, con perdón de la expresión: parece que las normas eran lo más importante, olvidando que lo nuestro es una anuncio de una persona y del reinado de Dios que es mucho más vivo que las normas que no dejan de ser orientativas. Pues se agradece mucho la carta Evangelli Gaudium: es todo un programa y un aire que hacía falta. Nos encontramos muy a gusto en este camino que el Papa va señalando: es verdad que algunas cosas habían sido esbozadas por Benedicto XVI pero también este Papa se daba cuenta de que hacía falta otra persona, porque él ya no estaba en esas condiciones por muy diversos motivos, así que podemos decir que lo recibimos con alegría y con esperanza, esperando que la comunión eclesial se entienda, sabiendo escuchar, sabiendo dialogar y acogiendo lo bueno del otro para crecer juntos y que, por lo tanto, que caiga un poco el exceso de ideologización de los últimos tiempos.
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